Fichte
CLÁSICO: El intelectual en la Ilustración
1. Introducción.
2. Síntesis.
3. Análisis y contraste.
4. Valoración crítica.
1. Introducción
El presente trabajo aborda el clásico El intelectual en la Ilustración a partir de las obras de la lectura, análisis, contraste y crítica de las siguientes obras:
FICHTE, JohannGottlieb. Reivindicación de la libertad de pensamiento. Estudio preliminar, traducción y notas de Faustino Oncina Coves. Madrid: TECNOS, 1986.
FICHTE, Johann Gottlieb. Algunas lecciones sobre el destino del sabio. Introducción, traducción y notas de Faustino Oncina Coves y Manuel Ramos Valera. Madrid: ISTMO, 2002.
LESSING, Gotthold Ephraim. Natán el sabio. Introducción, traducción y notas deAgustín Andreu. Barcelona: ANTHROPOS, 2008.
2. Síntesis
Reivindicación de la libertad de pensamiento. Fichte.
Como advierten las primeras palabras del prólogo, el discurso de Fichte sobre la reivindicación de la libertad de pensamiento, posee en gran medida un carácter retórico e instructivo. Sin embargo, el tono vibrante de sus palabras no está exento de un claro contenido filosófico, al menospara quien esté capacitado para captarlo.
El prólogo ya referido, aporta muchas claves acerca de cómo ha de entenderse su obra. En primer lugar, Fichte vincula la publicación de su obra con el respeto a la Ilustración, señalando así, a quienes osaran prohibir dicha publicación. Seguidamente, alude a la grata influencia que en Alemania ha tenido el avance gradual del progreso, que ha evitadohasta entonces, que los movimientos revolucionarios participaran de su historia. Como explica el propio Fichte, estos últimos, ligados siempre a la convulsión, pese a poder ser efectivos e incluso necesarios, pueden conllevar demasiadas fatigas y algún retroceso. Tras esto, que podría entenderse como una velada amenaza, se enuncia la tesis que en adelante expondrá: el hombre no puede sacrificar sulibertad de pensamiento por orden del príncipe y, en ningún caso, ha de retroceder ante quienes llamándole insolente pretenden silenciar sus palabras.
El Discurso continúa con el mismo ímpetu con el que concluye el prólogo. A propósito de desmontar la más burda de las defensas del despotismo, consistente en el derecho hereditario del príncipe para poseer al resto de hombres, Fichte introduce ladistinción entre derechos inalienables y alienables. Los primeros son aquellos que permiten al hombre obrar según su propia ley y a los que en ningún caso ha de renunciar. Con los segundos, sin embargo, si le es posible negociar, siempre voluntariamente, dentro del ámbito del contrato social que puede obligarle a determinadas acciones externas pero, insiste, nunca a convicciones internas queformarían parte de lo inalienable. De cómo ha de regularse una sociedad regida por un contrato de tal naturaleza se ocupa en lo sucesivo Fichte atendiendo, especialmente, al papel que el poder ejecutivo de dicha sociedad, representado si es el caso por el príncipe, ha de jugar.
Dando un paso más en su tesis, Fichte señala como la astucia de quienes pretenden diezmar los derechos del hombre, sabiéndoseincapaces de prohibir la libertad de pensamiento dirigen sus esfuerzos en perseguir la libertad de comunicar el pensamiento, un derecho inalienable como la propia libertad de pensamiento. En este punto, Fichte se detiene respondiendo a los argumentos esgrimidos en contra de la difusión libre del pensamiento. De entre estas refutaciones, cabe destacar la referida al argumento que justifica lacoacción de la comunicación del pensamiento por la protección ante el pueblo de discursos que pudieran ser erróneos. Las palabras de Fichte a este respecto definen su radical enfrentamiento con los representantes de la verdad oficial: es absolutamente imposible comunicar la verdad si no está permitido a su vez difundir errores porque, además, el propio concepto de verdad oficial u objetiva...
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