filosofia y la ciencia
Frankfurt
Ignacio SOTELO
Universidad Libre de Berlín
Working Paper n.2
Barcelona 1989
En el mundo antiguo y medieval, se confunden ciencia y filosofía; distinguirlas
es ya un rasgo de la modernidad. Una ciencia adquiere identidad propia al
desprenderse del tronco común de la filosofía. Las ciencias naturales consiguieronautonomía en fecha muy temprana —en el siglo XVII— mientras que las ciencias
sociales tuvieron que esperar hasta mediados de la pasada centuria. Tanto si se
propugna una concepción monista de la ciencia, como si se hace hincapié en
diferencias sustantivas entre las ciencias naturales y las sociales —polémica que
se inaugura en las últimas décadas del siglo XIX, sin que tenga visos de concluir1—la ruptura con la filosofía es el elemento común que las constituye. Una ciencia
parece segura de sí misma cuando, ya no sólo se despreocupa de los problemas
filosóficos que le conciernen, sino que ha perdido incluso noticia de sus
antecedentes filosóficos. Ahora bien, si los saberes filosóficos tienden a
constituirse en ciencias independientes, y aquellos que no lo logran terminan porrevelarse inalcanzables o carentes de sentido, el destino de la filosofía es
desaparecer.
Desde la muerte de Hegel, revolotea el tópico del «fin de la filosofía», bien
porque se supone que el filósofo berlinés ha alcanzado la cúspide del saber —
agotada la teoría, al haber dicho todo lo que se puede decir, la única tarea que
queda es tratar de realizar lo pensado: al ocaso la filosofía se revelapraxis2—; o
bien, porque esta forma de «culminación» pondría de manifiesto toda su vacuidad
retórica3. Las ciencias sociales nacen en la segunda mitad del siglo XIX en una
coyuntura en la que la filosofía parece definitivamente superada, bien porque se
estima que ha llegado a la cima, bien porque se considera que se ha disuelto en
mera palabrería, sin otra opción que hacer ciencia «positiva».Las ciencias
sociales tienen así un doble origen: por una parte en el hegelianismo, tal como lo ha
transformado el pensamiento materialista de Marx4; por otra en el positivismo, que
barruntó Saint Simon y desarrolló Comte 5. En ambos casos está claro el trasfondo
filosófico-metafísico con el que rompen. El litigio que desde hace más de un siglo
mantienen estas dos tradiciones, con períodos enque parece imponerse una y
períodos en que prevalece la otra, no ha llegado a un final satisfactorio y todavía
constituye el núcleo central de una buena parte de las discusiones6.
Pese a las enormes diferencias entre una fundamentación positivista y otra
dialéctica de las ciencias sociales, coinciden en una misma pretensión de haber
superado la filosofía. La falta de interés filosófico señalala madurez de la ciencia;
la filosofía, acosada, se refugia en un ámbito propio, no ya desprendida, sino
incluso ignorante de unos saberes científicos que no puede abarcar y que además
nada quieren saber de ella. No parece que a corto plazo vayan a recomponerse las
relaciones de la filosofía con las distintas ciencias particulares, aunque mientras
exista un saber que merezca este nombre nopodrá renunciar a intentarlo.
Pertenece a la esencia de la filosofía tratar de responder a la pregunta de qué
podemos saber, de tal modo que quepa diferenciar uno correcto o aceptable de
otro falso o inadmisible. Dentro de los márgenes kantianos que siguen marcando el
hacer filosófico, no cabe renunciar a un saber previo respecto al status y límites del
conocer, sobre todo del mássorprendente y constitutivo de la modernidad, el
científico.
Ha habido momentos, a finales del s. XIX y comienzos de nuestro siglo, en que
ciencia y filosofía se han comportado como dos extraños; otros, de los años treinta
a los sesenta por ejemplo, en los que la filosofía dominante se ha entendido a sí
misma como mera reflexión sobre la ciencia; o mejor, hay filosofías que se
distinguen por el...
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