Frank Lloyd Wright
Los Midway Gardens, obra ambiciosa e innovadora en la ciudad de Chicago, a punto de finalizarse. Wright y su hijo John cenan tranquilamente en el bar instalado que dentro de apenas unos años se quedará obsoleto a raíz de la denominada ley seca. Una llamada a larga distancia desde Taliesin: “Taliesin está siendodestruido por el fuego”. No hay más detalles sobre la tragedia ocurrida: un trayecto a casa en un tren de la época añadirá más tensión a la oleada de desgracias que serán asumidas en unas horas.
Humo. Oscuridad. Frío. Tensión.
No es casual el comienzo de este escrito. Una desgracia que fácilmente despierta sentimientos y presagios en el lector, intensificada por palabras que suman información. Auno podrían venírsele a la mente pinturas de Turner, en las que una neblina o ambiente espeso lo empapa todo. En las “Atmósferas” de Zumthor a uno se le presenta un acercamiento a lo que es una obra arquitectónica rotunda desde una propuesta sensorial. Es decir, habiendo asumido ya la idea de edificio como cuerpo, algo formado por engranajes y un número determinado de elementos que componen eltodo, el arquitecto suizo centra su análisis en el resultado final, en la piel o epidermis de todo ese “animal”.
No se cree aquí que convenga realizar un análisis detenido de los apartados de “Atmósferas”(el cuerpo de la arquitectura, la temperatura, el sonido, etc.): eso es algo asimilable simplemente leyendo el breve tratado. Más bien se opta por comprobar la gran tesis final de Zumthor medianteun gran genio que, ya con su misma vida, aporta un inconmensurable argumento para la tesis.
Propongamos un juego. Ya que disponemos de las innumerables herramientas que la literatura y, especialmente, la ficción literaria, otorga, armémonos de manera decidida. Cojamos al señor Zumthor y transportémosle al tiempo del señor Frank Lloyd Wright. Como un interlocutor más, un personaje más de estaslíneas. Dos prestigiosos arquitectos y un lector que quién sabe qué espera sacar en claro de estas páginas. Probablemente haya reminiscencias de Dickens, algo irónico, teniendo en cuenta que el escritor británico aseguró en innumerables ocasiones que sus historias se originaban siempre en la penetrante atmósfera neblinosa de Londres.
Un pequeño Frank que aún no es el personaje histórico que mástarde conoceremos. Está quieto, inmóvil entre los pastos de una campa. Peter (llamémosle por el nombre, parece más apropiado) le observa detenidamente situado a su espalda. No le dice ni una palabra, prefiere que no advierta su presencia. El sol del solsticio de verano inunda el uniforme campo oscilante. Trazos de amarillo en el trigo, otros de verde apagado de la tierra. Colores alegres que bañan lascarcasas de una segadora tirada por caballos blancos.
Hombres que recogen fardos, faenando una tarea que se lleva desarrollando durante años, siempre bajo un sol acechante, con el crujir que producen las hierbas recalentadas por los rayos solares. La cosecha siguiendo un orden regular.
Bajo las sombras que regalan los árboles otros hombres dan las gracias por el alivio que suponen las gotasderramadas por un fresco botijo de cerámica. Gorgoteo de líquido, un pañuelo de algodón para secar el sudor y la alondra de las praderas.
Peter se reclina al lado del futuro Maestro. Le susurra las palabras al oído de manera suave, imperceptible para el resto de los humanos de la campa. De manera directa, sin que el muchacho dude o se pregunte de dónde viene esa voz que le habla a su interior.
“Estoes lo que debes perseguir. Precisamente esto. Es un instante en el que perfectamente podrías sintetizar por qué y cómo construirás el resto de tus días. Observa todas y casa una de las cosas a tu alrededor, todas ellas influyen en lo que estás sintiendo en este preciso instante y lugar. Incluso el cielo o la tierra pueden ser materiales compositivos de este espacio. Probablemente por ahora...
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