freddy
l elogio que Beremís hizo de la ciencia de los hindúes recordando una página de la Historia de la Matemática, causó inmejorable expresión en elespíritu del príncipe Cluzir-Schá. El joven soberano, impresionado por la disertación, declaró que consideraba al calculista un sabio completo, capaz de enseñar el arte de Báskara a un centenar de brahmanes.
- He quedado encantado –añadió- al oír la leyenda de la infeliz Lilavati, que perdió el novio por causa de una perla de su vestido. Los problemas de Báskara, citados por el elocuente calculista,son, realmente interesantes, y presentan, en sus enunciados, ese “espíritu poético”, que es tan difícil de hallar en las obras de Matemática. Siento, sin embargo, que el ilustre matemático no haya citado el famoso problema de los tres marineros, que aparece en el libro intitulado “Faiouentchoutin”, y que hasta ahora no tiene solución.
- Príncipe magnánimo –respondió Beremís-. Entre los problemasde Báskara por mi citados no figuró el de los tres marineros, por la simple razón que no lo conozco sino vagamente, por un relato incierto y dudoso, ignorando su enunciado exacto.
- Yo lo conozco perfectamente –dijo el príncipe-. Y tendría verdadero placer en recordar ahora esa cuestión, que tiene atribulados a tantos algebristas.
Y el príncipe Cluzir-Schá contó lo siguiente:
- Un navío quevolvía de Serendibe[1], trayendo gran cantidad de especias, fue alcanzado por violento temporal. La embarcación habría sido destruida por las olas, si no fuera por el valor y el esfuerzo de tres marineros que, en medio de la tormenta, manejaban las velas con extremada pericia. El capitán, queriendo recompensar a los denodados marineros, les dio cierto número de “catils”. Los “catils”[2] eran más dedoscientos y menos de trescientos. Las monedas fueron colocadas en una caja para que al día siguiente, al desembarcar, el almojarife[3] las repartiese entre los tres valientes. Sucedió, sin embargo, que durante la noche, uno de los tres marineros se despertó y pensó: “Sería mejor que retirase mi parte. Así no tendré oportunidad de discutir con mis amigos.” Y, sin decir nada a los compañeros, fue, enpuntas de pié, hasta donde se hallaba guardado el dinero, lo dividió en tres partes iguales y notó que la división no era exacta, ya que sobraba un “catil”. –“Por causa de esta mísera monedita, es probable que mañana haya riña y discusión. Será mejor sacarla.” Y el marinero la tiró al mar, retirándose cauteloso. Llevaba su parte y dejaba las que correspondían a sus compañeros en el mismo lugar.Horas después el segundo marinero tuvo la misma idea. Fue al arca en que se depositara el premio colectivo y lo dividió en tres partes iguales. Sobraba una moneda. El marinero optó por tirarla al mar, para evitar posibles discusiones. Y salió de allí llevando la parte que creía le correspondía. El tercer marinero, ignorando, por completo, que sus compañeros se le habían anticipado, tuvo el mismo...
Regístrate para leer el documento completo.