Herodoto: debate sobre los tres regímenes políticos

Páginas: 7 (1542 palabras) Publicado: 16 de noviembre de 2011
HISTORIA DEL PENSAMIENTO POLÍTICO. 2º Bto.
Herodoto. Libro III de la Historia.
Debate sobre los tres regímenes políticos.
LXXX. De allí a cinco días, sosegado ya en Susa el público tumulto, los septemviros levantados contra los magos empezaron a consultar entre sí acerca de la situación y arreglo del imperio persiano; y en la deliberación se dijeron cosas y pareceres que no se harán creíbles alos griegos, pero que no por esto dejaron realmente de decirse. Aconsejábales Otanes, en primer lugar, que se dejase en manos del pueblo la suma potestad del estado, y les hablaba en esta conformidad: —«Mi parecer, señores, es que ningún particular entre nosotros sea nombrado monarca de aquí en adelante, pues tal gobierno ni es agradable ni menos provechoso a la sociedad avasallada. Bien sabéisvosotros mismos a qué extremos no llegó la suma insolencia y tiranía de Cambises, y no os ha cabido poca parte en la audacia extremada del mago. Quisiera se me dijese cómo cabe en realidad, que la monarquía, a cuyo capricho es dado hacer impunemente cuanto se le antoje, pueda ser un gobierno justo y arreglado. ¿Cómo no ha de ser por sí misma peligrosa y capaz de trastornar y sacar de quicio lasideas de un hombre de índole la más justa y moderada cuando se vea sobre el trono? Y la razón es, porque la abundancia de todo género de bienes engendra insolencia en el corazón del monarca, juntándose esta con la envidia, vicio común nacido con el hombre mismo. Teniendo, pues, un soberano estos dos males, insolencia adquirida y envidia innata, tiene en ellos la suma y el colmo de todos. Lleno de símismo y de su insolente pujanza, cometerá mil atrocidades por mero capricho, otras mil de pura envidia, siendo así que un soberano a quien todo sobra debiera por justo motivo verse libre de los estímulos de tal pasión. Con todo, en un monarca suele observarse un proceder contrario para con sus súbditos: de envidia no puede sufrir que vivan y adelanten los sujetos de mérito y prendassobresalientes; gusta mucho de tener a su lado los ciudadanos más corrompidos y depravados del estado; tiene el ánimo siempre dispuesto a proteger la delación y apoyar la calumnia. No hay hombre más receloso y descontentadizo que un monarca. ¿Es uno parco o contenido en admirar sus prendas y subirlas a las nubes? Se da él por ofendido de que se falte al acatamiento y veneración debida al soberano. ¿Es otro, porel contrario, pródigo en dar muestras de su respeto y admiración? Se te desdeña y mira como a un adulador falso y vendido. Y no es eso lo peor; lo que no puede sufrírsele de ningún modo es ver cómo trastorna las leyes de la patria; cómo abusa por fuerza de las mujeres ajenas; cómo, finalmente, pronuncia sentencia capital sin oír al acusado. Mas al contrario, un estado republicano, además dellevar en su mismo nombre de Isonomía la justicia igual para todos y con ella la mayor recomendación, no da prácticamente en ninguno de los vicios y desórdenes de un monarca; permite a la suerte la elección de empleos; pide después a los magistrados cuenta y razón de su gobierno; admite, por fin, a todos los ciudadanos en la liberación de los negocios públicos. En resolución, mi voto es anular elestado monárquico, y sustituirle el gobierno popular, que al cabo en todo género de bienes siempre lo más es lo mejor.» Tal fue el parecer que dio Otanes.
LXXXI. Pero Megabizo, en el voto razonado que dio, se declaró por la oligarquía, favoreciendo a los grandes por estas razones: —«Desde luego, dijo, me conformo con el voto de Otanes; dando por buenas sus razones acerca de acabar con la tiranía; masen cuanto a lo que añadió de que pasase a manos del vulgo la autoridad soberana, en esto digo no anduvo acertado. Es cierto que nada hay más temerario en el pensar que el imperito vulgo, ni más insolente en el querer que el vil y soez populacho. De suerte que de ningún modo puede aprobarse que para huir la altivez de un soberano se quiera ir a parar en la insolencia del vulgo de suyo desatento y...
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