hola
l drama, como totalidad objetiva, se compone orgánicamente de tres partes: de los personajes o caracteres; de la interacción de esos personajes; y de la acción o fábula, por medio y a través de la cual esa interacción se realiza, esos personajes se manifiestan. Producto subjetivo así compuesto, el drama proviene de tres cualidades: del instinto psicológico, que crea e informa los caracteres, yluego los va descubriendo unos por medio de otros; del instinto dramático, que inventa o renueva la fábula, y dispone su prosecución; del instinto artístico, que ordena la operación de los otros dos tanto en la construcción armónica del todo, como en la ejecución formal de cada parte.
Al dramaturgo, para que por naturaleza lo sea, le son necesarios estos tres instintos; y, si el nombre ha devaler como elogio, uno u otro tiene que existir en él en grado notable. Convendría, por cierto, que en él existiesen todos, no sólo en grado notable, sino también en el mismo grado; para que la obra fuese, al mismo tiempo, inspirada y armónica. Pero la imperfección de la naturaleza humana no permitió todavía que naciese un ingenio tal; sería acaso un monstruo de perfección, el monstrum vitio carens,del poeta. Existió, sí, un Shakespeare, psicólogo sin igual, pero artista irregular y dramatista imperfecto; existió un Moliere, gran dramatista, pero artista y psicólogo insuficiente; y hubo otros a los que no olvido, pero omito. Sólo de los griegos, por el instinto de armonía que los distinguió como pueblo, surgió quien, en un nivel que en psicología no es el de Shakespeare, ni en el arte deacción podía ser el de Moliere, reuniese aquellas tres cualidades –predominando, no obstante, la artística– en casi igual plenitud.
II
A aquellas tres cualidades las llamamos instintos, como, con diferente propiedad, las podríamos haber llamado intuiciones. Intentamos, en primer lugar, emplear un término por el que inmediatamente se viese que son, no facultades distintivas de la inteligencia,movidas exteriormente por la voluntad, y por eso, como no sufren alteración, impotentes para exceder los límites propios de la inteligencia, que por naturaleza comprende pero no crea; sino aplicaciones diferentes de la propia inteligencia, que, informada por impulsos distintos en índole, se consubstancia con ellos, para que operen, tomando de cada uno su distinción especial, como también su cualidadgenérica, que es la de crear.
Si de los dos términos aplicables elegimos, como mejor, el de instinto, fue porque a esta razón se unió todavía otra. No existe dramaturgo verdadero sin que exista en él en grado notable una u otra de aquellas cualidades; y son necesariamente, como acabamos de ver, no facultades de la inteligencia, sino disposiciones de la índole. Cuando, sin embargo, una disposiciónde la índole existe en nosotros en grado notable, y de modo, por lo tanto, que determina el carácter y las inclinaciones, esa cualidad, por ser tal, denota que es una fijación de la hereditariedad, aunque lo sea por variación, y que por eso en todo se asemeja –es más, se identifica– al instinto.
Como los tres instintos del dramaturgo, además de lo que es común a todos los instintos, tienen, depropio, vista su aplicación, su necesaria utilización de la inteligencia, podremos llamarles con exactitud instintos intelectuales. Con el empleo de este término no olvidaremos, ni que son instintos, para que constantemente opongamos su operación a la operación de la inteligencia, cuando la mueva sólo la voluntad consciente; ni que son intelectuales, para que, cuando esa oposición se haga, no seolvide que es la substancia de la cualidad operante, y no el medio por el que opera, por donde se distingue de la inteligencia.
III
Cuando, guiados por estos principios (¿y por qué otros, que no sean estos, nos guiaríamos?), nos proponemos determinar, como críticos, cuál es el valor de un dramaturgo o de una obra dramática, tenemos que emprender una doble investigación. Investigaremos,...
Regístrate para leer el documento completo.