Jueves negro
El llamado jueves negro de Wall Street, aquel 24 de octubre de 1929 que junto al martes siguiente, marcó el inicio de lo que se conoce como la crisis del año 29. Si bien la gran depresión que luego siguió estaba ya implícita incluso en los meses previos al también llamado octubre negro, el hundimiento global de la economía mundial durante casi un quinquenio trae memorias frescasen otro mes de octubre, cincuenta años después, cuando el mundo académico y económico se debate si estamos ahora en una situación similar o completamente distinta.
Era la época del vuelo en solitario de Lindbergh, de las ejecuciones de Sacco y Vanzetti, de los dirigibles, de la estabilidad y prosperidad de los republicanos norteamericanos. Eran también, en Europa, los tiempos de Mussolini, delnacimiento creciente de los nazis y Adolfo Hitler, o del colapso de la dictablanda de Primo de Rivera. Era, quizá, el período intermedio entre dos grandes guerras, cuando el mundo, recuperado de la primera, caminaba inevitablemente hacia la segunda con un exceso de producción industrial y agrícola, un notable aumento del comercio mundial y una lucha larvada por abrir no sólo mercados, sino fuentesde aprovisionamiento de materias primas. Pero si hay algo que recordar en estas fechas de pesimismo sobre el estado de la economía mundial ese algo es el crash o crac, del año 1929 en la bolsa de Wall Street y de la economía norteamericana, que, quizá demasiado bruscamente, acabó con el mito de la prosperidad perpetua, con la confianza en el crecimiento sin límites ni barreras y con la firmecreencia de que la ciencia era capaz de solventar por sí sola cualquier obstáculo que surgiera en las metas y fines humanos.
A mediados de 1929, los índices públicos sobre precios y producción mostraban datos más que evidentes. La producción industrial alcanzó un récord histórico en el mes de junio y comenzó a bajar, disparada, durante julio. El empleo se incrementó en julio, pero comenzó a descenderestrepitosamente semana tras semanas. Los precios al consumidor también bajaban y ya metidos en agosto, el Fed no tuvo más remedio que reforzar la tendencia deflacionista con un incremento en el tipo de interés básico (discount rate) del 5% al 6%.
Pero Wall Street hizo caso omiso de las señales de alerta. El 3 de septiembre, el índice del DJ tocaba techo ignorando las medidas del Banco Central.General Electric, ATT, US Steel, etcétera, continuaban aumentando el valor de sus acciones, en un ascenso ininterrumpido de doce años seguidos, y las declaraciones de banqueros y agentes alentaban aún más a seguir esta tendencia, muchas veces creyéndose su propia jerga de que la vuelta atrás era imposible.
Hasta el 24 de octubre, el llamado jueves negro. Ese día, tras un mes casi entero de pequeñosreajustes, el Dow Jones perdió en una sola jornada un 12% de su valor. El día anterior, el mercado había conocido momentos de ansiedad y temor, pero el hecho de que fuera una jornada en medio de tantas buenas, apenas tuvo impacto ese mismo día. A la jornada siguiente, sin embargo, todo cambió. Las órdenes de ventas inundaron las oficinas de los brokers, el pánico invadió el edificio y susautoridades incluso llegaron a cerrar la galería de visitantes, la misma que horas antes había sido visitada por Winston Churchill, el secretario del Exchequer británico, que años más tarde llegaría a ser primer ministro de su majestad.Durante el mediodía, una reunión de urgencia fue convocada en la oficina de Thomas W. Lamont, de Morgan & Co. Cinco banqueros asistieron, entre ellos Charles Mitchell, delNational City Bank; Albert H. Wiggin, del Chase National Bank, y Seward Prosser, del Bankkers. Entre ellos totalizaban unos recursos de 6.000 millones de dólares.
Horas más tarde, hacía las 4.30 de la tarde, y cuando la fiebre del mercado parecía ya incontenible, los reunidos se trasladaron a la sede central del Federal Reserve Board, de Nueva York, una de las siete filiales del banco central...
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