Karate Okinawa Shuri Te
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Shurite de Okinawa,
Karate okinawense
vs. Karate japonés
y el enigma de Anko Itosu
Prócer o traidor
¿
?
Evolucionismo marcial
En los últimos tiempos la imagen
pública del Karate tradicional ha revivido con un perfil muy distinto del
que había adquirido hace décadas.
Mucho tiempo ha pasado desde la
lejana ingenuidad popular para la cual
el“cinturón negro de Karate” representaba la perfecta síntesis del “arma
viviente” con el “místico oriental”.
Desde entonces la prensa especializada penduló desde la idolatría hacia la
crítica ingrata e ignorante de comienzos de los ’90, en que las revistas internacionales de Artes Marciales, con
su inmaduro enamoramiento de las
novedades, afirmaban entre líneas que
el viejo Karate era en realidad unadisciplina marcialmente superada, cuya
concepción técnica se había quedado
en el pasado, y que debía ser sustituida
por prácticas de mayor realismo (Full
contact, ninjas, Kali o lo que fuera).
Como practicante de TaeKwon-Do
ITF tradicional (aquel estilo fuerte,
rápido y “de verdad” con innegables
raíces en el arte okinawense), siempre
sentí la necesidad de poner en crisis la
validez de lo que yopracticaba, comparando y estudiando. Mi gusto por el
buen Karate me ha llevado a leer con
avidez decenas de libros y centenares
de artículos sobre dicha disciplina, a
entrevistar a profesores, y ocasionalmente me he dado el gusto de tomar
alguna clase de ese Arte Marcial. Mis
conclusiones no coincidían con el velado desprestigio que en esa época los
medios proyectaban sobre el Karate:
alguno delos dos estaba viendo otro
canal.
Pero miremos las cosas con un poco
de perspectiva: las revistas –y aquí
recuerdo la Black Belt, lectura de mi
adolescencia a mediados de los ´80 nos fueron imponiendo una sucesión
de modas, en donde cada estilo pretendía superar a los previos: primero
llegó el Judo, luego el Karate con sus
golpes temibles, después nos presentaron al TaeKwon-Do y su impresionantedestreza f ísica, luego el misterioso Kung Fu, cuna marcial, de la
mano de David Carradine, Bruce Lee
y los monjes Shaolin; después vino
el Full Contact cargado de realismo
y testosterona; siguió el Ninjutsu
que con Hatsumi, Stephen Hayes y
Sho Kosugi en la pantalla pretendía
mostrar la contracara de los samurai
pre-Meiji. Seagal y su Aikido llegaron
después, mostrando que lo cortés no
quita lovaliente; Inosanto con las
artes filipinas y el Jeet Kune Do nos
maravillaban por su coordinación,
eficiencia y practicidad, mientras que
otros clamaban esos méritos para el
Wing Chun. Después llegó el Brazilian Jiujitsu, y de allí derivaron los
sistemas actuales de lucha sin reglas
(a los que se ha terminado por imponer ciertas reglas mínimas). ¿El
fin de la historia marcial, diría Fukuyama? ¿Puededecirse que cada una
de las mencionadas es mejor que las
anteriores? Eso es lo que nos vendieron. Yo no lo creo. Mueve a sospecha que cada vez que se presenta en
público un sistema marcial, dicha
disciplina parezca ser más sofisticada
e inteligente que las precedentes. El
último enano no es necesariamente
más alto que los demás sobre cuyos
hombros está parado. Los impulsores de los sistemas quesalían a la luz
conocían los rudimentos de las artes
que ya habían sido presentadas en sociedad, y se ocupaban de adoptar los
conceptos útiles, descartar los erróneos y aprovechar los adelantos en el
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conocimiento biomecánico.
Debemos reconocer, sin embargo,
que también contribuyó a ese desprestigio de los estilos que llegaron
primero a occidente que sus cultores (aquellos “maestros”venerados)
muchas veces no se actualizaban, y
quedaban utilizando para la enseñanza métodos de entrenamiento perimidos. Muchos “viejos practicantes”
fueron cada vez más viejos, y menos
practicantes. Y la nueva generación
se formó y aprendió los nuevos métodos tomados de la kinesiología y
la educación f ísica, sustituyendo los
métodos orientales que los instructores argentinos –en general, alumnos...
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