La historia en la vida monacal
Hace apenas un par de años, la comunidad monástica de las dominicas de Cangas del Narcea estuvo a punto de desaparecer. El envejecimiento de las monjas que habitaban el convento de la Encarnación y la escasez de nuevas vocaciones hacían pensar en un futuro desolador. Sin embargo, no fue así. Unas monjas indias de la misma congregación se trasladaron al concejo yhan conseguido revitalizar la vida entre sus muros.
El padre Juan Ignacio, delegado de Vida Religiosa del Arzobispado de Oviedo, explica que «las monjas ya muy ancianas vivían de las jubilaciones mientras que las actuales inquilinas quieren recuperar las antiguas costumbres como el bordado, la elaboración de dulces y de formas para la Eucaristía». Al convento de la Encarnación le queda ahora unalarga vida por delante.
El caso del monasterio de Cangas del Narcea sirve de ejemplo para ilustrar la situación de la vida de clausura en el Principado. De hecho no es un caso único. Otras sedes monásticas también entraron en declive y han conseguido revitalizarse gracias a la llegada de hermanas extranjeras. El padre Juan Ignacio analiza esta circunstancia con una simple premisa: «Es evidenteque las vocaciones han descendido en Europa, pero se mantienen en otros países y esa es una realidad muy luminosa». Algo así, compara, con lo que sucede en «la Seguridad Social que se nutre también de emigrantes que vienen a nuestro país para trabajar».
En esa encrucijada se encuentra Santa María de Valdediós, el único monasterio masculino de Asturias. El Vaticano considera que sus tres monjes noson suficientes para preservar con garantías el futuro de la actividad monacal y ha determinado que abandonen el complejo religioso. En su lugar, se baraja la posibilidad de que la comunidad francesa de San Juan se traslade al valle para reactivar definitivamente este importante conjunto arquitectónico e histórico. Conocida la polémica entre quienes desean que los monjes del Císter continúen con suvida en Valdediós y los partidarios de ampliar el número de hermanos a costa, incluso, del desalojo de los cistercienses, lo cierto es que la vida contemplativa va quedando, poco a poco, relegada a los monasterios de monjas.
En manos de mujeres se encuentran los otros nueve conventos de clausura de Asturias con un total de 114 hermanas, una buena parte de ellas extranjeras. El padre Juan Ignaciodestaca, en este sentido, que «precisamente este año ha habido una gran renovación en las comunidades dedicadas a lo que nosotros llamamos la vida contemplativa». Aunque también es cierto que Asturias vivió momentos de mayor reclusión monacal, el delegado de Vida Religiosa recuerda que «en España estamos mal acostumbrados porque históricamente siempre hubo, casi se podría decir, un exceso demonjas de clausura que hacían insostenible la situación. Era un lujo tal proliferación monástica como lo es el caso de Lerma que hoy cuenta con cien monjas, la mayoría universitarias, y tiene treinta en espera. Eso no suele ser normal, la verdad».
En la actualidad, el más importante de los monasterios asturianos es el de las benedictinas, en Oviedo, más conocido como las Pelayas. En él viven 32hermanas que, siendo de clausura, también se sustentan con sus valiosas encuadernaciones y pergaminos, al igual que las nueve clarisas de Villaviciosa. En Cangas de Narcea residen 22 hermanas dominicas; mientras que los dos conventos de las agustinas recoletas, situados en Gijón y en Oviedo, cuentan respectivamente con 14 y 12; hay catorce monjas en cada uno de los monasterios de las carmelitasdescalzas de Gijón y Oviedo; son 17 las salesas con sede en la capital y siete las monjas pasionistas que residen en Oviedo. Todas ellas oran, laboran y mantienen viva la esencia monacal de la Iglesia.
Fuente(s):
elcomerciodigital.com
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