La Iliada Canto 16

Páginas: 34 (8422 palabras) Publicado: 12 de junio de 2012
1 Así peleaban por la nave de muchos bancos. Patroclo se presentó a Aquileo, pastor de hombres, derramando ardientes lágrimas como fuente profunda que vierte sus aguas sombrías por escarpada roca. Tan pronto como le vio el divino Aquileo, el de los pies ligeros, compadecióse de él y le dijo estas aladas palabras:

7 —¿Por qué lloras, Patroclo, como una niña que va con su madre y deseando que latome en brazos, le tira del vestido, la detiene a pesar de que está de prisa y la mira con ojos llorosos para que la levante del suelo? Como ella, oh Patroclo, derramas tiernas lágrimas. ¿Vienes a participarnos algo a los mirmidones o a mí mismo? ¿Supiste tú solo alguna noticia de Ptía? Dicen que Menetio, hijo de Actor, existe aún; vive también Peleo entre los mirmidones; y es la muerte de aquélo de éste lo que más nos podría afligir. ¿O lloras quizás porque los argivos perecen, cerca de las cóncavas naves, por la injusticia que cometieron? Habla, no me ocultes lo que piensas para que ambos lo sepamos.

20 Dando profundos suspiros, respondiste así, caballero Patroclo: —¡Oh Aquileo, hijo de Peleo, el más valiente de los aquivos! No te enfades, porque es muy grande el pesar que losabruma. Los más fuertes, heridos unos de cerca y otros de lejos, yacen en los bajeles—con arma arrojadiza fue herido el poderoso Diomedes Tidida; con la pica, Odiseo, famoso por su lanza, y Agamemnón; a Eurípilo flecháronle en el muslo—, y los médicos, que conocen muchas drogas, ocúpanse en curarles las lesiones. Tú Aquileo, eres implacable. ¡Jamás se apodere de mí un rencor como el que guardas! ¡Ohtú, que tan mal empleas el valor! ¿A quién podrás ser útil más tarde, si ahora no salvas a los argivos de una muerte indigna? ¡Despiadado!, no fue tu padre el jinete Peleo, ni Tetis tu madre; el glauco mar o las escarpadas rocas debieron de engendrarte, porque tu espíritu es cruel. Si te abstienes de combatir por algún vaticinio que tu madre, enterrada por Zeus, te haya revelado, envíame a mí con losdemás mirmidones, por si llego a ser la aurora de la salvación de los dánaos; y permite que cubra mis hombros con tu armadura para que los teucros me confundan contigo y cesen de pelear, los belicosos dánaos, que tan abatidos están, se reanimen y la batalla tenga su tregua, aunque sea por breve tiempo. Nosotros, que no nos hallamos extenuados de fatiga, rechazaríamos fácilmente de las naves y delas tiendas hacia la ciudad a esos hombres que de pelear están cansados.

46 Así le suplicó el gran insensato; y con ello llamaba a la Parca y a la terrible muerte. Aquileo, el de los pies ligeros, le contestó muy indignado:

49 —¡Ay de mí, Patroclo, de jovial linaje, qué dijiste! No me abstengo por ningún vaticinio que sepa y tampoco la veneranda madre me dijo nada de parte de Zeus, sino quese me oprime el corazón y el alma cuando un hombre, porque tiene más poder, quiere privar a su igual de lo que le corresponde y le quita la recompensa. Tal es el gran pesar que tengo, a causa de las contrariedades que mi ánimo ha sufrido. La moza que los aqueos me adjudicaron como recompensa y que había conquistado con mi lanza, al tomar una bien murada ciudad, el rey Agamemnón me la quitó como siyo fuera un miserable advenedizo. Mas dejemos lo pasado; no es posible guardar siempre la ira en el corazón, aunque me había propuesto no deponer la cólera hasta que la gritería y el combate llegaran a mis bajeles. Cubre tus hombros con mi magnífica armadura, ponte al frente de los mirmidones, y llévalos a la pelea; pues negra nube de teucros cerca ya las naves con gran ímpetu y los argivos,acorralados en la orilla del mar, sólo disponen de un corto espacio. Sobre ellos cargan confiadamente todos los de Troya, porque no ven mi reluciente casco. Pronto huirían llenando de muertos los fosos si el rey Agamemnón fuera justo conmigo; mientras que ahora combaten alrededor de nuestro ejército. Ya la mano de Diomedes Tidida no blande furiosamente la lanza para librar a los dánaos de la...
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