Las miserias del proceso penal
Pocas veces he visto una expresión tan torva como la de un homicida al que defendí hace
años ante una Corte de Assises de la extremaCalabria: había matado a dos hombres,
premeditadamente, disparándoles por la espalda dos tiros de pistola; no vi en aquel rostro,
sombreado por una cabellera de azabache, ni siquiera un albor deluz. Defendía, juntamente con
él, también a su hermano, imputado de haberlo instigado a matar. En el coloquio que tuve con él,
apenas llegué allá abajo tuve que decirle que desgraciadamente para élno habla esperanza que a
lo más se podía intentar, con las atenuantes genéricas, convertir el esgástulo en treinta años de
reclusión. Él me escuchó impasible; después dijo: “no se ocupe de mí,abogado; no importa; yo
soy un hombre perdido; piense en salvar a mi hermano, que tiene nueve criaturas". Entonces, un
rayo de amor iluminó su frente. ¿No era su riqueza aquel amor fraterno que lehacía olvidar
incluso su tremendo destino?
La verdad es que el germen del bien, en cada uno de nosotros, y no en los delincuentes
solamente, está aprisionado. Hay quien tiene más y quien tienemenos, pero ninguno de nosotros
tiene todo el espacio que debería tener. Todos, en una palabra, estamos en prisión; una prisión
que no se ve, pero que no se puede dejar de sentir. Esa angustia delhombre, que constituye el
motivo de una corriente de la filosofía moderna, de gran notoriedad y de indiscutible importancia,
no es otra cosa que el sentido de la prisión. Cada uno de nosotros estáaprisionado mientras está
encerrado en sí mismo, en la solicitud por sí mismo, en el amor de sí mismo. El delito no es otra
cosa que una explosión de egoísmo en su raíz: lo otro no cuenta; lo quecuenta, solamente, es el
sí mismo. Solamente abriéndose hacia nosotros el hombre puede salir de la prisión. Y basta que
se abra hacia nosotros para que entre por la puerta abierta la gracia de...
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