Lo que el viento se llevo
Lo que el viento se llevó
Margaret Mitchell
Margaret Mitchell
Lo que el viento se llevó
Título original: Gone ivith the wind
Traducción:
Juan G. de Luaces y J. Gómez de la Serna
1.a edición: octubre 1991
La presente edición es propiedad de Ediciones B, S.A.
Calle Rocafort, 104 - 08015 Barcelona (España)
© 1936 by the Macmillan Company
© 1964 byStephens Mitchell and Trust Company of Georgia as
Executors of Margaret Mitchell Marah © 1984 by Stephens Mitchell
Protected under the Berne, Universal and Buenos Aires Convention
Printed in Spain ISBN: 84-406-2294-5 Deposito iegjd: B. 30.983-1991
Impres'o en Talleres Gráficos «Dúplex, S.A.» Ciudad de Asunción, 26-D 08030 Barcelona
Cubierta:
IDEA BALMES. Jordi Vallhonesta
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MargaretMitchell
Lo que el viento se llevó
ÍNDICE
PRIMERA PARTE ......................................................... 4
SEGUNDA PARTE ..................................................... 81
TERCERA PARTE ..................................................... 160
CUARTA PARTE ....................................................... 293
QUINTA PARTE....................................................... 486
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Margaret Mitchell
Lo que el viento se llevó
PRIMERA PARTE
1
Scarlett O'Hara no era bella, pero los hombres no solían darse cuenta de ello hasta que
se sentían ya cautivos de su embrujo, como les sucedía a los gemelos Tarleton. En su rostro
contrastaban acusadamente las delicadas facciones de su madre, una aristócrata de la costa,
de familia francesa, con las toscasde su padre, un rozagante irlandés. Pero era el suyo, con
todo, un semblante atractivo, de barbilla puntiaguda y de anchos pómulos. Sus ojos eran de
un verde pálido, sin mezcla de castaño, sombreados por negras y rígidas pestañas, levemente
curvadas en las puntas. Sobre ellos, unas negras y espesas cejas, sesgadas hacia arriba,
cortaban con tímida y oblicua línea el blanco magnolia de sucutis, ese cutis tan apreciado por
las meridionales y que tan celosamente resguardan del cálido sol de Georgia con sombreros,
velos y mitones.
Sentada con Stuart y Brent Tarleton a la fresca sombra del porche de Tara, la plantación
de su padre, aquella mañana de abril de 1861, la joven ofrecía una imagen linda y atrayente.
Su vestido nuevo de floreado organdí verde extendía como un oleaje susdoce varas de tela
sobre los aros del miriñaque y armonizaba perfectamente con las chinelas de tafilete verde que
su padre le había traído poco antes de Atlanta. El vestido se ajustaba maravillosamente a su
talle, el más esbelto de los tres condados, y el ceñido corsé mostraba un busto muy bien
desarrollado para sus dieciséis años. Pero ni el recato de sus extendidas faldas, ni la seriedad
conque su cabello estaba suavemente recogido en un moño, ni el gesto apacible de sus
blancas manitas que reposaban en el regazo conseguían encubrir su personalidad. Los ojos
verdes en la cara de expresión afectadamente dulce eran traviesos, voluntariosos, ansiosos de
vida, en franca oposición con su correcto porte. Los modales le habían sido impuestos por las
amables amonestaciones y la severadisciplina de su madre; pero los ojos eran completamente
suyos. A sus dos lados, los gemelos, recostados cómodamente en sus butacas, reían y
charlaban. El sol los hacía parpadear al reflejarse en los cristales de sus gafas, y ellos cruzaban
al desgaire sus fuertes, largas y musculosas piernas de jinetes, calzadas con botas hasta la
rodilla. De diecinueve años de edad y rozando los dos metros deestatura, de sólida osamenta
y fuertes músculos, rostros curtidos por el sol, cabellos de un color rojizo oscuro y ojos alegres
y altivos, vestidos con idénticas chaquetas azules y calzones color mostaza, eran tan parecidos
como dos balas de algodón.
Fuera, los rayos del sol poniente dibujaban en el patio surcos oblicuos bañando de luz los
árboles, que resaltaban cual sólidas masas de...
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