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Resultan, como se ha dicho, un valor positivo y diferencial en la sociedad de la información.
Esta fase ha contribuido a enriquecer la interacción del usuario con las herramientas
y sus contenidos, más allá del lenguaje tecnocrático y la defensa a ultranza de un
Progreso constante sólo para unospocos, especialmente para aquellas empresas implicadas
en el negocio.
Existen muchos voces discordantes. Este capítulo es un radar de ideas críticas y
reflexiones sobre el presente de la Web 2.0, un esbozo a contracorriente del exitismo que
abunda en los medios y en la literatura comercial. Habitualmente, desde los más media y
las agencias de relaciones públicas de las compañías tecnológicas seenseñan las bondades
de las nuevas herramientas y cómo su uso modificará la vida cotidiana de las personas.
Pero no se debe olvidar que el negocio de la era de la información gira alrededor de
la obsolescencia planificada y de la re-creación constante de productos y aplicaciones
en un espiral sin fin donde casi todo son intereses y políticas comerciales.
Así, resulta difícil encontrarcomparaciones honestas entre tecnologías, porque
Gran parte de la industria está implicada en asegurarse mercados y en algún caso en impedir
Que productos más económicos y eficientes compitan en mercados cautivos. Es necesario
Tomar nota de la confusión tecnofóbica del progreso infinito, ya que en esa postura el
Consumidor / ciudadano pierde capacidad de elección, y por ello, tampoco alcanza a valorarcon certeza los beneficios del servicio y sus derechos de uso. Toda comprensión de la
historia de las tecnologías debería trascender las lecturas inocentes y exultantes, ya que las
mejores tecnologías y usos para el bien público no fueron, ni son siempre, las mejores para
el beneficio corporativo. Entre las voces discordantes más destacadas se encuentra Wolton
(2000), quien proponediferenciar la lógica de los intereses con la lógica de los valores,
ya que no en pocas oportunidades la evolución trae retroceso;y Keen (2007), quien habla de
un culto a la amateur basado en la Web 2.0 que está acechando nuestra industria cultural
y afectando nuestro conocimiento colectivo.
4.1. ¿Qué se pierde en la utopía tecnológica?
En los capítulos iniciales se señalaba el valor que aportan lasaplicaciones Web 2.0
para la gestión del conocimiento social, siempre hacia el fortalecimiento de la inteligencia
colectiva y las experiencias enriquecedoras de los consumidores (en su mutación de usuarios
a desarrolladores). Lo más positivo es que en la mayoría de los casos, los usuarios no
utilizan las aplicaciones Web 2.0 con el mismo fin para el que fueron creadas, sino que
lasreconstruyen según sus necesidades y prácticas sociales, haciendo que la industria se
tenga que adaptar a demandas no previstas originalmente. Esto refuerza a la propia aplicación
a tono con un darwinismo digital de supervivencia de las mejores herramientas.
Se pasará por alto el problema de la ausencia de un auténtico modelo de negocio
asociado al éxito de consumo, las irresueltas violaciones alcopyright y la obsolescencia
terminológica, temas ya tratados en el capítulo uno. Entonces, un primer elemento crítico
a tener en cuenta es que las nuevas generaciones de aplicaciones no nacen de forma espontánea,
sino que promueven siempre un espacio normativo de prescripción e imposición
de valores.
A ojos de la novedad y de las tendencias mediáticas, pareciera que la evolución del
software noadmite opiniones en contra. Lo cierto es que el individuo que carece de un
ritmo de adaptación y aprendizaje a la altura de las nuevas aplicaciones, queda postrado
en lo obsoleto del “hoy”, pero vanguardista hace menos de una década. En esa dinámica,
es evidente que, como señala Simone (2001), algo se está perdiendo en esta tercera fase
de la historia del conocimiento1, donde a veces no se...
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