Los propios dioses.
Isaac Asimov
Isaac Asimov
Título original: The gods themselves Traducción: Pilar Giralt © 1972 by Isaac Asimov © 1993 Plaza y Janés Editores. Travessera de Gracia 47 - Barcelona ISBN: 84-01-49660-8 Edición digital de Umbriel. R6 06/02
1. CONTRA LA ESTUPIDEZ... - ¡Es inútil! - exclamó Lamont, con brusquedad -. No he obtenido ningún resultado. Su expresión sombríaconcordaba bien con las profundas cuencas de sus ojos y la leve simetría de su largo mentón. Aquella gravedad se advertía incluso en sus momentos de buen humor, y éste no era uno de ellos. Su segunda entrevista formal con Hallam había sido un fracaso mayor que la primera. - No exagere - dijo Myron Bronovski, con tono plácido -. Usted ya lo esperaba, según me dijo. Estaba tirando cacahuetes al aire ylos cogía con sus labios gruesos mientras caían. Nunca fallaba. No era muy alto, ni muy delgado. - Esto no lo convierte en agradable. Pero tiene razón, no importa. Hay otras cosas que puedo hacer y que estoy decidido a hacer y, aparte de eso, dependo de usted. Si por lo menos pudiera descubrir... - No siga, Pete. Ya lo he oído otras veces. Todo lo que he de hacer es descifrar la mentalidad de unainteligencia inhumana. - Una inteligencia sobrehumana. Esas criaturas del parauniverso están intentando hacerse comprender. - Tal vez - suspiró Bronovski -, pero intentan hacerlo a través de mi inteligencia, que en ciertas ocasiones considero por encima de la humana, pero no demasiado. A veces, en plena noche, no puedo conciliar el sueño y me pregunto si inteligencias diferentes pueden llegar acomunicarse; o si he tenido un mal día, dudo de que la frase «inteligencias diferentes» tenga algún significado. - Lo tiene - declaró Lamont, salvajemente, cerrando los puños dentro de los bolsillos de su bata. Se refiere a Hallam y a mí. Se refiere a ese héroe de pacotilla, el doctor Frederick Hallam, y a mí. Somos inteligencias diferentes porque cuándo le hablo no me comprende. Su cara de idiotase pone cada vez más roja, sus ojos se hacen saltones y sus orejas se bloquean. Yo diría que su mente deja de funcionar, pero me falta la prueba de cualquier otro factor que pueda provocar esta interrupción de su funcionamiento. Bronovski murmuró - Vaya manera de hablar del Padre de la Bomba de Electrones. - Eso es. Considerado como el Padre de la Bomba de Electrones. Un nacimiento bastardo como elque más. Su contribución fue la menor en sustancia. Lo sé. - Yo también lo sé. Me lo ha dicho usted a menudo - replicó Bronovski, tirando otro cacahuete al aire. Tampoco esta vez falló. 1 Había sucedido treinta años atrás. Frederick Hallam era un radioquímico, su tesis doctoral estaba recién impresa y no daba ninguna muestra de ser un innovador. Sus primeras innovaciones surgieron a partir de quecolocó sobre su escritorio un polvoriento frasco de reactivo marcado «Metal de Tungsteno». No era suyo; nunca lo había usado. Era una reliquia de un día remoto en que algún anterior ocupante de la oficina debió necesitar tungsteno por una razón desconocida. En realidad, ya ni siquiera era tungsteno. Consistía en unas bolitas de algo enteramente recubierto por el óxido: grises y polvorientas. Yano servía para nada. Un día, Hallam entró en el laboratorio (exactamente el 3 de octubre de 2070), empezó a trabajar, se detuvo un poco antes de las diez de la mañana, permaneció transfigurado, ante el frasco y lo levantó. Estaba tan polvoriento como siempre y la etiqueta seguía estando borrosa, pero él exclamó - Maldita sea. ¿Quién demonios ha tocado esto?
Tal era, por lo menos, la versión deDenison, que escuchó la observación y la repitió a Lamont una generación más tarde. La versión oficial del descubrimiento, según consta en los libros, prescinde de la fraseología. Produce la impresión de un químico muy observador, que advierte un cambio y al instante saca importantes deducciones. Pero no fue así. Hallara no necesitaba el tungsteno; no tenía el menor valor para él, y que lo...
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