maria de cospedal
Hemos tenido el privilegio de colaborar con una de esas redes, la Federación nacional de pobladores de tugurios o SDI, por las siglas eninglés de Shack/Slum Dwellers International, desde su fundación en 1996. Existen también redes similares de vendedores ambulantes, de personas que trabajan en sus hogares y de recolectores de desperdicios.
Creemos que a menos que nos unamos, no será posible enfrentar los desafíos de la pobreza urbana. Sumando nuestras fuerzas y compartiendo nuestros conocimientos, expe- riencias y soluciones, podremostrabajar a una escala significativa. Es por eso que los pobla- dores de los tugurios de ciudades como Nairobi (Kenya) y Kampala (Uganda), consultan con sus contrapartes en Mumbai (India), que logra- ron convencer al gobierno, los directivos de la empresa de ferrocarriles y los donantes inter- nacionales para que trasladaran unas 20.000 viviendas durante las labores de moderniza- ción del sistemaferroviario. Los pobladores de los vecindarios pobres afectados de Mumbai participaron en la planificación y el diseño de su reasentamiento, lejos de los sitios donde muchos niños habían muerto atropellados por trenes, que en algunos casos circulaban a menos de 10 metros de sus hogares.
SDI cuenta con centenares de miles de miembros federados en un gran número de ciudades de 34 países. Susintegrantes luchan por obtener infraestructura y vivien- das adecuadas, tratando de colaborar con los gobiernos locales. Eso requiere años de organización, movilización y establecimiento de alianzas. El proceso comienza cuando las mujeres organizan cooperativas para compar- tir sus ahorros y otorgarse préstamos unas a otras para alimentar a sus familias, comprar medicamentos, solventar los costos de trans-porte de la búsqueda de empleo y pagar la educación de sus hijos. Con el tiempo, las mujeres analizan los ámbitos en que viven y establecen qué es lo que necesitan.
La necesidad más acuciante es la de segu- ridad de la tenencia de la vivienda. Todos los niños necesitan sitios decentes donde vivir, lugares donde jugar y sentirse seguros. También necesitan agua potable e insta- laciones sanitariasadecuadas, para que niños de dos años no tengan que esperar en fila ante un retrete o que las adolescentes no sufran acoso. La tenencia de la vivienda facilita la satisfacción de esas necesida- des. También protege a los niños y niñas del estrés y de la pérdida de oportunidades que representa la amenaza del desalojo forzado o de la demolición de sus hogares. La falta de seguridad en la propiedadde la vivienda, por otro lado, significa que las mujeres y los niños deben trabajar cerca de sus hoga- res, para no estar lejos en caso de desalojo. Porque los niños son los “mensajeros” que advierten a sus padres y vecinos cuando se acerca a la zona un equipo de demolición. Y cuando comienza la demolición de sus viviendas, los niños rescatan de sus hoga- res todo lo que pueden, para evitar que selo lleve la policía. Vivir con un temor constante de desalojo termina minando los recursos de las familias. Cuando las negociaciones terminan de manera exitosa con la tenencia de la vivienda, los niños comienzan a ir a la escuela, y los padres se sienten más segu- ros para realizar inversiones en sus hogares.
En este caso también resulta instructiva la experiencia de las redes de agrupaciones debase. Uno de los componentes fundamen- tales del trabajo de SDI consiste en lograr que lo invisible resulte difícil de ignorar. Con frecuencia, las ciudades carecen de datos
que registren la existencia de personas que viven de manera “ilegal” en las calles, debajo de los puentes o en terrenos baldíos. Esos pobladores no figuran en los censos y quedan excluidos de los padrones elec- torales, y...
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