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Más allá de la Ciencia
Autor: José Ramón Ayllón
Ciencia y cientifismo. Optimismo y desengaño.
I. La cuestión del sentido.
II. Descartes: el precio de la exactitud.
III. Comte: balance del positivismo.
IV. Realidades extracientíficas.
Poco después de obtener el premio Nobel por sus investigaciones en el campo de laneurocirugía, John Eccles escribía
estas reveladoras palabras:
«Una insidia perniciosa surge de la pretensión de algunos científicos, incluso eminentes, de que la ciencia
proporcionará pronto una explicación completa de todos los fenómenos del mundo natural y de todas nuestras
experiencias subjetivas: no sólo de las percepciones y experiencias acerca de la belleza, sino también de nuestrospensamientos, imaginaciones, sueños, emociones y creencias (...). Esta extravagante y falsa pretensión ha sido
calificada irónicamente por Popper como 'materialismo promisorio'. Es importante reconocer que, aunque un científico
pueda formular esta pretensión, no actúa entonces como científico, sino como un profeta enmascarado de científico.
Eso es cientifismo, no ciencia, pero impresionafuertemente al profano, convencido de que la ciencia suministra la
verdad. Por el contrario, el científico no debe pretender que posee un conocimiento cierto de toda la verdad. Lo más
que podemos hacer los científicos es aproximarnos más de cerca a un entendimiento verdadero de los fenómenos
naturales mediante la eliminación de errores en nuestras hipótesis. Es de la mayor importancia para loscientíficos que
aparezcan ante el público como lo que realmente son: humildes buscadores de la verdad».
El sueño de una ciencia que lo sepa y lo pueda todo procede quizá del Siglo de las Luces: en medio de un mundo
dominado y sin secretos, el hombre alcanzaría la felicidad para siempre. Pero el sueño de la Ilustración se convirtió en
algo peor que una pesadilla: el horror gigantesco de dos GuerrasMundiales.
Rodeada por los avances tecnológicos más asombrosos, la mitad de la humanidad ha sufrido también medio siglo largo
de totalitarismo comunista, un sistema calificado como la más grande empresa carcelaria de toda la Historia.
Cabe sospechar, a la vista de tales resultados, que la pretensión de conseguir respuestas científicas para todo,
científicas soluciones absolutas, es unasuperstición. Es otorgar a la ciencia poderes que no tiene ni puede ni podrá
tener.
La mentalidad cientifista del que sale a la calle gritando «tengo respuestas: )dónde están las preguntas?», es de una
gran simplicidad. Sin embargo, es una mentalidad demasiado corriente. En revistas y libros de divulgación científica es
fácil encontrar planteamientos que a menos que respondan a móviles ideológicos oeconómicos resultan grotescos. Un
científico prestigioso como Hoyle, por ejemplo, es capaz de asegurar que «si la gravedad fuese menor en la Tierra, no
cabe duda de que las aves (...) podrían adquirir cerebros pensantes, y entonces resultaría poco probable el dominio del
hombre». Para Hoyle, el vuelo exige un cerebro poco pesado; con menos gravedad, el cerebro de las aves podría ser
mayor, yllegaría a pensar (!). El razonamiento parece de ciencia ficción, pero además, si el pensamiento depende del
tamaño del cerebro, uno se pregunta por qué los elefantes no son sabios. Y si la gravedad fuera menor, )sólo el cerebro
de las aves tendría derecho a crecer?
I. La cuestión del sentido.
Aún cuando la ciencia sea rigurosa, es preciso admitir que una imagen del mundo puramente científica serásiempre
incompleta, parcialmente real. Es muy posible que la existencia del Universo no carezca de sentido. Y es seguro que el
hombre necesita encontrar un sentido a su vida. Pero el sentido no es una cuestión científica, está más allá de los
porcentajes y de las ecuaciones, como lo están también los proyectos, las intenciones y las esperanzas...
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