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Monsanto
A lo largo del gobierno de los Kirchner, importantes funcionarios y congresistas de los Estados Unidos, además de
embajadores, presionaron sin demasiado éxito a la C a s a
R o s a d a para que facilitara a la empresa Monsanto el cobro
de regalías por el u s o de semillas transgénicas. Lo que emp e z ó c o m o un duro enfrentamiento, con cargamentos de
harina de sojaincautados en puertos europeos entre 2004
y 2005, se encaminó hacia una negociación sobre la nueva
generación de semillas, dejando atrás el intento de cobro
p o r parte de Monsanto, señala una serie de cables filtrados
p o r Wikileaks.
A mediados de los noventa, durante la presidencia de
Menem, Monsanto introdujo la semilla Roundup en la Argentina, conocida por poseer un gen resistente al pesticidaglifosato. Pero la empresa no registró la patente, prefiriendo cobrar regalías por medio de licencias. L o s reclamos de
Monsanto no se hicieron públicos hasta las noticias de los
embargos en E u r o p a pero, según funcionarios argentinos
citados en los cables, empezaron durante la presidencia de
N é s t o r Kirchner.
Monsanto dice que el 8 5 % de la soja que se produce en la
Argentina sehace con su fórmula pero menos de un tercio
paga regalías porque los demás usan semillas argentinas que
vienen de esas plantas sin tributar por ello a Monsanto. Si
bien el lobby oficial estadounidense a favor de Monsanto
fue incensante, hasta los propios analistas de la embajada reconocieron en los cables que el reclamo era d u d o s o :
" L o s granjeros argentinos tienen derecho areplantar —no
a revender— semillas generadas en una cosecha sin pagar
regalías", dice un cable de marzo de 2006 firmado p o r el
entonces embajador L i n o Gutiérrez.
La empresa reclamaba un pago de quince dólares por
tonelada, lo cual dejaría a muchos pequeños productores
en una situación difícil. En algunos países de Europa, M o n santo había patentado su gen y le había hecho juicio a losacuerdo en el precio. " C r e o que podemos ponernos
de acuerdo", dijo ella.
Al mes siguiente llegó una delegación de congresistas estadounidenses encabezada por el poderoso presidente del
comité de Finanzas, Charles Grassley, del estado cerealero
de Indiana. Su reunión con funcionarios argentinos no terminó de la mejor manera porque el entonces secretario de
Comercio Exterior, Alfredo Chiaradía,y el entonces secretario de Agricultura, Miguel Campos, defendieron la postura
argentina de no negociar bajo presión. Dice el cable:
importadores europeos con la intención de cobrarles las
regalías, ya que allí tenía patentada su semilla transgénica.
Pero los juicios no tenían mucho sustento legal porque las
importaciones no eran de semillas. A medida que las causas
judiciales en E u r op a se fueron cayendo, y los embargos
cesaron, los reclamos estadounidenses perdieron fuerza.
Según los cables, la presión estadounidense se intensificó a partir de 2006. Un despacho del 17 de enero de ese
año da cuenta de un encuentro entre el entonces embajador
Lino Gutiérrez y la entonces ministra de Economía, Felisa
Micheli.
El embajador mencionó el caso de la empresa de biotecnologíaMonsanto al final de la reunión. Explicó que
Monsanto había intentado todas las medidas posibles
para atender su necesidad de obtener una regalía por su
semilla de soja G M O Roundup Ready. En la ausencia de
una solución doméstica, está progresando con acciones
legales en un número de países europeos que importaron soja argentina. Miceli contestó que había hablado
con las cuatro asociacionesagrícolas más interesadas en
el tema. Esas asociaciones dijeron que Monsanto tenía
derecho a exigir una regalía. El problema era ponerse de
La reunión terminó con una discusión sobre la disputa con Monsanto por la regalías de las semillas de soja
modificadas genéticamente. [...] Chiaradía cuestionó la
intención verdadera detrás de los esfuerzos de Monsanto por cobrar regalías [...]...
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