Naranja Mecanica
Cincuenta años después de su publicación, la distopía de Anthony Burgess sigue dando lugar a múltiples interpretaciones; el autor se pasó años explicando los porqués de su novela después de que Kubrick le hiciese un «flaco favor» llevándola al cine
Publiqué la novela "A Clockwork Orange" en 1962, lapso que debería haberbastado para borrarla de la memoria literaria del mundo. [...] De buena gana la repudiaría por diferentes razones, pero eso no está permitido», revelaba Anthony Burgess en 1986, en el prólogo de una reedición de su libro más famoso. «Quod scripsi scripsi, dijo Poncio Pilatos cuando hizo a Jesucristo rey de los judíos. Lo escrito, escrito está».
Habían pasado quince años desde el estreno de lapelícula de Stanley Kubrick, tiempo que el escritor británico se había pasado dando explicaciones sobre el sentido original de su obra y sus diferencias con la versión cinematográfica. «Me he pasado buena parte de mi vida haciendo declaraciones de intención y frustración de intención mientras Kubrick y mi editor de Nueva York gozaban tranquilamente de la recompensa por su mala conducta...», continúaBurgess.
El gran malentendido
¿Editor de Nueva York? ¿Mala conducta? El manuscrito original constaba de 21 capítulos, pero el agente de Burgess en Estados Unidos decidió suprimir el último. «En 1961 necesitaba dinero, aun la miseria que me ofrecían como anticipio, y si la condición para que aceptasen el libro significaba también su truncamiento, que así fuera». A Clockwork Orange salió a lacalle sin aquel fragmento, una especie de epílogo en el que el protagonista, ya adulto, se aleja de la violencia «por aburrimiento» y sentía el impulso de hacer algo creativo con su vida.
Para los estadounidenses, y para los millones de espectadores que «videaron» la adaptación de Kubrick sin haber leído el libro, la historia de Alex terminaba con un «sí, yo ya estaba curado». Para el resto delmundo, donde la obra se publicó sin condiciones, las últimas páginas entonaban una oda al libre albedrío, a la oportunidad de elegir, en fin, lo correcto. «No tiene demasiado sentido escribir una novela a menos que pueda mostrarse la posibilidad de transformación moral de los personajes [...]. Pero mi editor de Nueva York veía mi vigésimo primer capítulo como una traición...».
Bergess no era unpredicador, ni un moralista. No disimuló su intención de escandalizar a los lectores, y reconoció que, movido por «la cobardía innata del novelista», delegó en personajes imaginarios los pecados que él tuvo la prudencia de no cometer.
La naranja, punto por punto
Volvamos al principio. A la génesis creativa de Alex, a sus drugos, a sus vasos de leche (con algo más) en el bar lácteo Korova, suviolencia deliberada y lo que el autor considera más importante, «la elección moral». The New Yorker publicó recientemente un texto escrito por Burgess en 1973 en el que el autor recopilaba todas las cuestiones que se había visto obligado a responder –tanto en América como en Europa– a raíz de la película de Kubrick.
1. La primera de ellas, el título. «La naranja mecánica» procede de una expresiónpopular cockney (una zona de Londres) que el autor escuchó en un pub de la capital: «As queer as a clockwork orange» (Tan raro como una naranja mecánica). Una expresión y una imagen «tan surrealista como obscenamente real», aseguraba el escritor; una maldad tan extrema que es capaz de «subvertir la naturaleza» y convertir una fruta en un autómata. Cuando unos años más tarde se le ocurrió una idea parauna novela de ficción sobre un grupo de delincuentes juveniles, pensó que «La naranja mecánica» era el único título posible.
2. El argumento. Antes de empezar a escribir, Burgess había leído «en alguna parte» que sería una buena idea liquidar el instinto criminal empleando una «terapia de aversión». Un método de condicionamiento conductual que al autor le horrorizaba en la medida en que anulaba...
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