Nietzsche Friedrich Sobre el porvenir de la educacion
INSTITUCIONES EDUCATIVAS
Friedrich Nietzsche
Primera conferencia
Traducción de Carlos Manzano publicada por Tusquets, Barcelona, septiembre de
2000, pp. 31-58
Ilustres oyentes, el tema sobre el que tenéis intención de reflexionar conmigo es tan
serio e importante, y en cierto sentido tan inquietante, que también yo, como vosotros,
prestaría atención a cualquiera queprometiese enseñar algo al respecto, aun cuando se
tratara de una persona muy joven, y aun cuando debiera parecer totalmente inverosímil que
ésta, espontáneamente y con sus propias fuerzas exclusivamente, pudiese ofrecer algo
suficiente e idóneo para semejante problema. Sin embargo, es posible que haya oído algo
verdadero con respecto al inquietante problema del futuro de nuestras escuelas, yquiera
ahora contároslo nuevamente a vosotros; es posible que haya tenido maestros importantes,
a los cuales convendría ya en mayor medida profetizar el futuro, inspirándose, igual que los
arúspices romanos, en las vísceras del presente.
En realidad, debéis esperar algo semejante. Por circunstancias extrañas, pero en el
fondo totalmente inocentes, fui una vez testigo de una conversación quesostenían
precisamente sobre este tema hombres notables, y los puntos esenciales de sus
consideraciones, así como el modo de afrontar este problema, se quedaron grabados en mi
memoria demasiado profundamente como para no encaminarme yo también en la misma
dirección, siempre que reflexiono sobre cosas semejantes. Sólo que quizá yo no tenga ese
valor lleno de fe de que entonces, delante de mí y para maravillamía, dieron prueba
aquellos hombres, al pronunciar audazmente verdades prohibidas y al construir sus
esperanzas con mayor audacia todavía. Así, pues, me ha parecido tanto más útil poner por
escrito por fin dicha conversación, para animar a otros a emitir un juicio sobre opiniones y
declaraciones tan sorprendentes. Y para ese fin, por razones particulares, he creído poder
aprovechar precisamentela ocasión que me han proporcionado estas conferencias públicas.
En efecto, soy consciente de cuál es el lugar en que ahora insto a una reflexión
general sobre aquella conversación y a un examen amplio de ella: verdaderamente, se trata
de una ciudad que intenta fomentar -en un sentido incomparablemente grandioso- la cultura
y la educación de sus ciudadanos, en tal medida que puede incluso provocarrubor a
Estados más grandes. Así, pues, en este lugar desde luego que no me equivoco al suponer
que donde se hace tanto por estas cosas se debe de pensar otro tanto sobre ellas. Por otro
lado, al contar de nuevo aquella conversación, sólo podré ser completamente comprensible
para aquellos oyentes que adivinen al instante lo que puede que se haya indicado
solamente, que completen lo que hayadebido omitirse, que en general necesiten, no ya
recibir instrucción, sino simplemente que se les refresque la memoria.
Y ahora oíd, ilustres oyentes, mi inocente experiencia y la conversación -menos
inocente- de aquellos hombres.
Pongámonos en la situación de un joven estudiante, o sea, en una situación que, en
el movimiento impetuoso e incesante del presente, es sencillamente algo increíble: hayque
haber vivido esa situación para poder creer semejante ilusión despreocupada, en semejante
gozo arrancado al instante, y casi fuera del tiempo. Yo pasé un año en ese estado, junto con
un amigo mío de mi edad, en la ciudad universitaria de Bonn, junto al Rin: un año que por
la ausencia de proyecto y objeto alguno, y por la libertad con respecto a cualquier clase de
propósito para el futuro, sepresenta a mi modo de sentir actual casi como un sueño,
delimitado antes y después por dos periodos de vela. Nosotros dos permanecimos
impasibles, a pesar de vivir en compañía de gente que en el fondo tenía otros intereses y
otras aspiraciones. Tal vez nos costara trabajo satisfacer o rechazar las exigencias,
demasiado vigorosas en cierto modo, de aquellos contemporáneos nuestros. Pero incluso
ese...
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