OCIO
Christian Marazzi
uninomade.org
1. El 2 de agosto, el BCE, a pesar de las grandilocuentes declaraciones de su presidente Mario Draghi sobre la defensa a ultranza del euro pocos días antes, “ha decidido no decidir”, al menos hasta mediados de septiembre, cuando la Corte constitucional de Karlsruhe emitirá la sentencia sobre la constitucióndel Mecanismo de Estabilidad Europeo (EMS), que sustituirá el actual Fondo de Rescate, este último dotado de 100 millardos de euros, una cifra irrisoria para poder intervenir eficazmente contra los ataques a las deudas soberanas de los países considerados periféricos (serían necesarios 300 solo para salvar a España). Esto significa que en las próximas semanas, en ausencia de una autoridadverdaderamente capaz de “hacer lo que haga falta para preservar el euro”, probablemente los mercados estarán sujetos a fuertes oscilaciones determinadas por “las probabilidades” de que España e Italia salgan del euro. La cuestión de fondo es cuánta soberanía están de nuevo dispuestos a conceder los países periféricos para “solventar” sus crecientes deudas.
Antes de la reunión de la directiva del BCElos países en dificultades habían solicitado que el instituto de Frankfurt adquiriese directamente y de modo ilimitado títulos públicos españoles e italianos para propiciar una disminución de las tasas y evitar que su acceso al mercado corriera peligro. España e Italia no tienen solo un problema de liquidez, sino también de solvencia: la intervención del BCE no debería consistir solo en calmar a losmercados reduciendo a niveles sostenibles las tasas de interés, sino el de sustituir eventualmente a los inversores que ya no quieren subscribirse a estos títulos. Esto supone un cambio radical de la política monetaria del BCE. En sí, no se trata de un hecho nuevo. Ya en otoño del año pasado el BCE compró directamente en el mercado más de 200 millardos de euros de títulos de países endificultades. Al inicio de este año había inyectado en el sistema bancario europeo más de 1.000 millardos de euros destinados principalmente a los países mediterráneos para comprar obligaciones de los mismos. Y después, aunque no haya sido dicho oficialmente, las intervenciones del BCE han proseguido principalmente a través de de importantes financiaciones de la banca española e italiana, con el resultado deuna explosión del presupuesto del BCE, que se está convirtiendo en el principal tenedor de bonos del estado de los países en dificultades o de obligaciones en que son titulizadas hipotecas y otros créditos bancarios.
El llamamiento al cambio de naturaleza de las intervenciones del BCE –de extraordinario a ordinario– representa una violación de sus estatutos, lo que provoca, como se ha visto enestos días, la oposición del Bundesbank. Como mayor accionista de la UE, para Alemania el rescate del Euro en su forma actual es cada vez más prohibitivo, al punto que la agencia de rating Moody’s ha emitido un juicio negativo sobre las perspectivas económicas de Alemania. El rescate del euro a golpe de intervenciones desordenadas y a costes crecientes es cada vez más problemático. La perspectivade una ruptura de euro comienza ya a ser explícitamente planteada por muchas autoridades alemanas, apareciendo como la solución más “razonable” a una crisis que está destruyendo no solo la economía de la zona euro, sino, sobre todo, la credibilidad del ideal europeo. Como se dice en Alemania, hoy es mejor un gran dolor finito, que un dolor sin fin.
2. A la luz de este escenario (la ruptura deleuro) hay que interpretar lo ocurrido el 2 agosto en Frankfurt. Como escribe el Financial Times (“Zen and the art of central banking”, 4 agosto), tanto Draghi como Bernanke están empeñados en el arte Zen de la nientitudine: “Estrictamente hablando, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo no ha hecho nada. Sin embargo, sus respectivos jefes, Ben Bernanke, y Mario Draghi, han mostrado cómo...
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