Optimismo
¿Cuál es la estrategia de los abuelos sanos? Ya sea por tradición familiar, ya sea por una sabia reflexión, los abuelos que saben envejecer han hecho de su (buen) estado de ánimo un valor a preservar. En lugar de entender el optimismo como un regalo de la naturaleza, pergeñan para mantenerlo y mejorarlo. Hablan de todo menos de sus penas, se esfuerzan por reír y hacen del optimismo unfin en sí mismo —es decir, un valor de vida— sin exigirse buenas razones, porque el optimismo es ante todo una apuesta, no una constatación. Luchan por rodearse de nietos que deslumbren con sus cuartos crecientes los propios menguantes, nietos que van a recordarles que sólo por estar vivos, ya debieran estar agradecidos.
El hipocondríaco es un profeta de desastres que limita su tarea a su propiocuerpo. Cuando el hipocondríaco es capaz de interesarse por cosas o personas allende su epitelio, empieza a curarse.
La felicidad como voluntad
¿Resulta este coraje una virtud temperamental o puede adquirirse? William James no dudaría en elegir la segunda opción. Fue William un hipocondríaco contumaz pero rebelde. A los 30 años (1872) ya había sufrido al menos 3 crisis depresivas profundas quele habían dejado un rastro de síntomas somáticos. Sin embargo fue una lectura de Charles Renouvier sobre la voluntad libre —o mejor, la libertad de la voluntad— lo que le hizo escribir en su diario: “mi primer acto de voluntad libre es creer en la existencia de la voluntad libre”3. Años más tarde escribiría La voluntad de creer4, libro en el que afirma: “la certeza de que puedes abandonar estavida cuando quieras, y que hacerlo no es nada blasfemo o monstruoso, es en sí misma un inmenso alivio. El pensamiento suicida ya no es una tentación o una obsesión culposa” (pág. 87). Pero entonces, ¿tenemos buenos motivos para disfrutar de la vida, cuando la vida nos somete a tantos sufrimientos? James explora la posición que llama naturalista (atea), y la propiamente religiosa (que él defiende).Desde ambas la respuesta es positiva; en concreto desde la posición naturalista la vida puede adquirir sentido desde “la curiosidad instintiva, el espíritu de lucha y el honor”. Porque “la principal fuente de melancolía es la saciedad. La necesidad y la lucha son lo que más nos excita e inspira; el triunfo es lo que nos aboca al vacío. Las expresiones más pesimistas de nuestra Biblia no proceden delos judíos del tiempo del cautiverio, sino de los días de gloria de Salomón. Cuando se hallaban bajo los cascos de la caballería de Bonaparte, Alemania produjo tal vez la literatura más optimista e idealista” (pág. 88). Si fuera cierta esta línea de pensamiento, ni Platón ni Prozac, mejor una guerra o un desastre natural para orear nuestras neurosis.
Sin embargo la propia vida de James nos daalgunas pistas de que hay más variables en juego. La vida de James basculó entre momentos de gran productividad literaria y científica, y otros de profunda neurastenia, que combatía con electroterapia galvánica, inyecciones de linfa (sic) y curas mentales de Mrs. AB Newman (pág. 420). Su vida, en parte, fue una lucha por silenciar un cuerpo ciclotímico que debía espolear a diario para no perder elnivel vital que deseaba. A los ojos de un psiquiatra contemporáneo padecía depresiones melancólicas de poderosa base biológica. Pero muy lejos aún del concepto de neurotransmisores, James tuvo que echar mano de todos los recursos psicológicos —y parapsicológicos— a su alcance. A ese esfuerzo le debemos su teoría de la voluntad como hábito.
¿Somos libres de tener coraje?
La pregunta quedirigiríamos a James sería esta: ¿somos libres para escoger una emoción o un estado emocional, y de manera más precisa, el coraje suficiente para envejecer con dignidad? La vida cotidiana, para James, está urdida por conductas altamente elaboradas que ejecutamos sin esfuerzo, los hábitos. Hábito es levantarnos por la mañana a la primera advertencia del despertador, hábito es encadenar una perfecta...
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