Paseo por Caracas
Alejandro Deus / Caracas
Son las nueve horas con treinta y seis minutos de la mañana de un cotidiano martes. Los rastros del tráfico matutino aún se perciben en lasuperficie de la capital. Bajo tierra, los andenes del sistema de transporte de masas mienten acerca de lo ocurrido horas atrás, los usuarios del Metro ya pueden caminar con cierta libertad por las áreasde la estación La California, sin ser atropellados por las “estampidas de ñus” ocurridas más temprano.
Es en ese momento cuando Eugenia Aguiar termina de afinar su garganta y Grendel De Sousa pruebael sonido de las cuerdas de su guitarra forrada en calcomanías. “Esta hora es buena para nosotras porque no hay tanta gente en los vagones, por tanto, no hay ruido, la gente nos presta más atención ynos va mejor”, dice sonriendo Eugenia mientras espera junto a su amiga la llegada del tren.
El tren arriba a la estación, las dos jóvenes de jeans descosidos se hacen a un lado para dejar salir alos pasajeros que llegaron a su destino. Antes de hacer entrada en el vagón, las dos se miran, asienten y pisan dentro del transporte. Se detienen en el centro dando los “buenos días” a ambos ladosmientras se cierran las puertas.
Tímidamente dos o quizás tres personas les devuelven el saludo, otros sólo levantaron la mirada y el resto que andaba leyendo el periódico o escuchando música conaudífonos no se habían enterado. Hay pocas personas en el coche, los asientos están todos ocupados y unas pocas personas viajan de pie.
El dueto juvenil no se corta por el “cálido” recibimiento einmediatamente comienzan a tocar “No me compares” de Alejandro Sanz (quien conozca el título de la canción puede pensar que es un mensaje subjetivo). La voz de Aguiar despierta el interés de los viajantes máscercanos, en los coros es acompañada con un tono más grave por De Sousa.
Al terminar “el primer acto” el tren se detiene en la estación Los Cortijos, Grendel apoya su guitarra en el empeine y la...
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