platon
Algunos de los temas tratados en ellos ya están enfo-ca¬dos en obras anteriores. Así, por ejemplo, el de la re-tórica, central en el Fedro, estaba ya discutidoen el Gor-gias y en el Menéxeno. Y el de la anámnēsis o «rememo-ración», que es importante en el Fedón, lo habíamos vis-to ya, desde otro contexto, en el Menón, algo anterior a la argumenta¬ción que retoma la teoría para demostrar la inmortalidad del alma. Es cierto, desde luego, que cada diálogo es una obra autónoma e independiente, pero la filosofía platóni¬ca, con su peculiar estilo expositivo,gana mucho en com¬prensión cuando se contempla desde la perspectiva del de¬sarrollo de la misma, atendiendo a la recuperación, supe¬ración y ahondamiento en temas y motivos.
El subtítulo o título alternativo del diálogo: Sobre el al-ma, está claramente justificado. El tema central es la dis¬cusión acerca de la inmortalidad del alma, que Sócra-tes trata de demostrar mediante varios argumentosbien ajus¬tados entre si y en alguna manera complementarios. Un famoso epigrama de Calimaco, el XXIII, nos recuerda el gran tema y la seducción persuasiva del diálogo para un lector apasionado como Cleómbroto de Ambracia: «Dicien¬do `Sol, adios', Cleómbroto de Ambracia / se pre-cipitó desde lo alto de un muro al Hades. / Ningún mal había visto merecedor de muerte, / mas había leído un tratado, unosolo, de Platón: Sobre el alma.»
El diálogo está presentado en un marco muy dramáti-co. Sócrates, condenado a morir, entretiene sus últimas ho¬ras conversando con sus amigos sobre la inmortalidad. Si su tesis es cierta y queda probada, la terrible e inme-diata circunstancia de su muerte, producida por el ve-neno ofre¬cido por el verdugo mientras se pone el sol en Atenas, es un episodio mucho menosdoloroso. Será tan sólo la sepa¬ración de un cuerpo ya envejecido, que es un fardo para un auténtico filósofo que, en verdad, se ha preparado du¬rante toda la vida para esa muerte como para una libera¬ción. La pérdida del maestro será un enorme pesar para todos sus amigos, los presentes en la prisión junto a él en esa última jornada, y los ausentes, como el mismo Pla¬tón, que lo recordarán coninmensa nostalgia a lo largo de incontables años. Pero él la recibe sin pena.
En la ordenación de los diálogos platónicos por tetralo-gías que hizo el platonista Trasilo, en tiempos del empe-ra¬dor Tiberio, el Fedón va después de la Apología, el Cri-tón y el Eutifrón, como cuarto diálogo, entre los que tra-tan de la condena y muerte de Sócrates. Sin embargo, está bien claro que es en bastantes añosposterior a los otros tres, más breves y de la primera etapa de la obra de Platón. Mientras que el Sócrates de la Apología se ex-presaba con cierta ambigüedad acerca del destino de su alma -y, pro¬bablemente, esa postura refleja bien la del Sócrates histórico-, en el Fedón defiende Sócrates con firmeza la clara convicción de que el alma es inmortal y de que, tras una vida filosófica, a ella le...
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