emperadores entraban en los salones, no podía hacerlo nadie, absolutamente nadie; que ésa era la etiqueta de todas las cortes ... Los liberales tuvieron por mucho tiempo de qué reírse. Tan prontollegó Maximiliano al Castillo de Chapultepec y guardó escrupulosamente su corona en el interior de una vitrina, se dispuso a enfrentar el caos que de nueva cuenta asolaba a México, ahora por laimposición de un imperio encabezado por él y que sólo podría sostenerse por medio de las armas extranjeras, a las que tendría que oponerse, otra vez, el dolorido pueblo de México. Maximiliano quiso convertirseen el mejor mexicano, eso sí, sin confiar en los mexicanos. Despachó a Miramón a Berlín; a Márquez a Estambul, además de encarcelar a otros tantos conservadores acusados de conspiración. El padreMiranda, alma de todas las confabulaciones reaccionarias de los últimos años, incluida la creación del imperio, afortunadamente había muerto días antes de la llegada de Maximiliano. El mexicanísimoMaximiliano se quedó solo, rodeado únicamente de franceses, en su gran mayoría intrigantes profesionales que bien hubieran podido crear, a manera de ejemplo, un auténtico ejército mexicano bien capacitadopara apoyar al emperador en el entendido de que la presencia de la armada napoleónica en México no podría ser de ninguna manera eterna. Si los militares franceses hubieran confiado en sus contrapartesmexicanas, el objetivo se habría cumplido, Maximiliano hubiera gozado de la debida fuerza militar, de protección y seguridad, sólo que no creían en los talentos y habilidades de los hombres de pieloscura, pelo negro, intenso, abundante, baja estatura, hablar ininteligible, comida indigerible, religión inaceptable y costumbres irrepetibles. [Claro que Napoleón III no iba a poder apoyarindefinidamente a Maximiliano con sus tropas, mismas que, además, tenían que ser pagadas con cargo al erario público mexicano, según los acuerdos suscritos con el emperador de los franceses! [Claro que...
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