prólogos
Memorias de Pasionaria 1939-1977
de Dolores Ibárruri
Fue en el transcurso de una reunión clandestina en París cuando Santiago Carrillo me invitó a asistir a los actos de homenaje a Dolores Ibárruri con motivo de su ochenta aniversario. El homenaje se celebraba en la prenavidad romana de 1975 y fue un hito en lo que entonces se llamaba "conquista de la superficie". No pasemosligeramente sobre el fondo de esta jaculatoria, sobre todo si tenemos en cuenta que la definición académica de la palabra jaculatoria dice: "Oración breve dirigida al cielo con vivo movimiento del corazón". Conquistar la superficie significaba abandonar la penumbra de las catacumbas y acercarse a plena luz de la legalidad y, por qué no decirlo, de la realidad. El Partido Comunista en España, llámesePCE o llámese PSUC, había protagonizado un largo e implacable combate contra la dictadura, no el único, pero sí el más constante y más sañudamente reprimido por el franquismo. Desde 1939 hasta la semana santa de 1977, transcurrieron treinta y ocho años de clandestinidad, durante los cuales el partido hizo cuanto pudo y supo por crear una esperanza de cambio democrático. En el capítulo de lopositivo, la acción del partido fue un ejemplo del papel del sacrificio como valor máximo de lo humano, un sacrificio proyectado hacia afuera, como una manifestación suprema de solidaridad con los otros. En el capítulo de lo negativo, forzosamente la clandestinidad afectaba a los mecanismos de aprehensión de la realidad y consiguientemente a la capacidad de analizarla. Si bien el Partido Comunista esuna fuerza política capaz de hacer frente suficientemente al desafío de la clandestinidad, no la reconoce como su territorio más idóneo y mucho menos como un territorio deseado donde instalarse.
Estábamos, pues, en una Roma que acogía a miles de españoles llegados desde España y desde distintos puntos de Europa para homenajear al máximo símbolo del comunismo español, Dolores Ibárruri, yutilizar al mismo tiempo este vals de aniversario dentro de la danza más amplia y aún entonces problemática de conquistar la legalidad. El PCI se había preocupado de albergar a los centenares de cuadros del PCE y del PSUC llegados del interior, con el fin de que no se expusieran a indiscretas cámaras fotográficas o a otro tipo de incidentes y accidentes, antes de que llegara el día y hora del homenaje.Militantes, simpatizantes o simples curiosos de nombradía pública, gozábamos de una mayor libertad de movimientos y así pude recorrer una vez más Roma en alegre y complementaria compañía: Alfonso Comín, Jordi Solé Tura, Raimon, Analisa, Ana Sallés y en ocasiones el mismo Gregorio López Raimundo se sumó a nuestros paseos por el Trastevere. Roma proclamaba en sus paredes una doble vocación delibertad suscrita por el PCI: solidaridad con el homenaje a Dolores y respetuoso recuerdo del recientemente asesinado Pasolini. Hicimos, pues, una doble peregrinación sentimental: a un apartado caserón romano donde Dolores "se apareció" a los cuadros del partido allí albergados y a los descampados de Ostia donde Pasolini había sufrido martirio y muerte.
Hubo tres Dolores Ibárruri en aquellos días.La que me dio la mano con cierta timidez y me aseguró tener un pánico cerval a escritores y periodistas, la que se apoderó de tú a tú del ánimo de unos cientos de cuadros comunistas casi enclaustrados y la que dominó el mitin del Palacio de los Deportes de la municipalidad de Roma con la autoridad que le confería su vida y nuestra historia. Asistí a la rueda de prensa dada por Carrillo y Dolores yallí se produjo el primer milagro, y valga la cursiva como muestra de distancia crítica y racionalista hacia la posibilidad de que lo sobrenatural exista. En el transcurso de la rueda una periodista española sacó el tema de Paracuellos, lo que requirió que Carrillo se pusiera en pie y contestara con contundencia no exenta de amabilidad, sin duda por habilidad política, y, conociendo a Carrillo,...
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