Psicologia
Freud primero diferencia pulsión de estímulo. Dice que el estímulo es una fuerza de choque
momentánea que proviene desde el afuera y que la descarga también es hacia afuera
mediante una acción acorde al fin, y se basa en el principio de constancia donde el sistema
nervioso se quiere conservar libre de todo estímulo. La pulsión, en cambio, es una fuerza constante. No viene de afuera sino del interior del cuerpo. No podemos huir. Por eso la
define como “un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático; un representante
psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma”. Al
estímulo pulsional lo llama necesidad y lo que la cancela es la satisfacción de la fuente interior del estímulo, y sólo puede alcanzarse mediante una modificación del mundo
exterior, apropiada a la meta. El aparato psíquico se rige por el principio del placer (regulado
por sensaciones de la serie placer/displacer): el sentimiento de displacer tiene que ver con
un incremento del estímulo y el del placer con su disminución. No se puede huir, por lo cual
vamos a precisar de cuidados ajenos, por ejemplo, el acto de amamantamiento. Esta intervención del otro permite entender los cuidados maternales, los que además de
intervenir en la satisfacción de la necesidad producen un efecto de erogenización del cuerpo
(zonas erógenas). Vemos como esto no cancela la necesidad, pero se arma un recorrido
que la toma como punto de partida (se apoya en la primera experiencia de satisfacción) y en la dimensión biológica de los estímulos de la necesidad (de las cuales se independiza). Por
esto es que Freud enuncia que la pulsión nace apoyada en las funciones de la conservación
de la especie, pero rápidamente se independiza de ellas. Entonces define la pulsión como
“un estímulo para lo psíquico”. Un estímulo es una señal que va a provocar una reacción
determinada. En el campo de la fisiología, por ejemplo, un estímulo externo, para el ojo, es la luz, ¿qué pasa cuando vemos una luz muy brillante? Nos deslumbramos, se contrae la
pupila, hay una reacción automática en nuestro ojo como resultado de ese estímulo. La
pulsión, por lo tanto, será aquello que provoque una reacción en el aparato psíquico. Al
decir que la pulsión es un “estímulo para lo psíquico”, Freud relaciona a la pulsión con una fuente interna de la cual no es posible escapar. Volviendo a nuestro ejemplo de efecto de la
luz sobre el ojo, después de unos segundos o minutos, el estímulo se vuelve doloroso,
incómodo, ¿cómo podemos solucionarlo? Muy sencillo. La luz es algo externo: podemos
apagarla, voltear la cabeza, desviar la mirada, bloquear con la mano o parpadear. 1 La
pulsión es un estímulo interno, entonces, cuando se vuelve “incómoda” o “dolorosa”, ¿qué podemos hacer? He ahí el problema: nada. Es una fuente interna, es una acción constante
que ocurre en nuestro interior y, por lo mismo, no se puede detener. Por ejemplo, cuando
experimentamos dolor ante la pérdida de un ser amado, ¿existe alguna forma de bloquear
ese sentimiento? No realmente. Podremos “distraernos”, pero ese sentir seguirá ahí insistiendo, pulsando. Recordemos que pulsión viene del latín pulsio y pulsum, derivados de
pulsare que significa pujar, impeler. La pulsión es un estímulo que se origina en nuestro
cuerpo y repercute sobre el aparato psíquico. No todos los estímulos provenientes del
cuerpo son pulsiones, sino solo aquellos que impactan en nuestra psique, aquellos que son
relevantes para la psique. Para entender mejor este punto haremos la diferencia entre cuerpo y organismo: el organismo sería el aparato biológico, dominio de la medicina,
mientras que el cuerpo sería la parte de nuestra biología que está afectada por nuestra
psique. Freud considera cuatro elementos que están asociados al concepto de pulsión:
esfuerzo, meta, objeto y fuente de la pulsión. El esfuerzo es su fuerza o empuje; posee una ...
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