quimica
Hastiada de su vida placentera, Eva Tarrant decidió marcharse a Africa, sin sospechar
que tendría que enfrentarse sola a los peligros de la jungla estremecida por la revolución.
Pero, como mujer, Eva sabía que el verdadero peligro para ella estaba en la persona del
enigmático mercenario Wade O'Mara.
-Te salvé la vida y por eso te crees en deuda conmigo... Pues bien, nada medebes.
¡Aléjate de mí!
Estaba segura de que, si se lo proponía, podía hacer que Wade perdiera la cabeza por
ella, pero... ¿qué solucionaría apartándole de lo que él consideraba su deber?
Capítulo 1
NO HABlA la menor duda al respecto: las cinco monjas enfermeras rescatadas de la misión
debían tener asiento en el avión. Estaban al borde del agotamiento. Las mayores no hubieran
podido caminar nidiez metros más y aún faltaban cincuenta kilómetros para llegar a la población
costera de Tanga, todavía en posesión del gobierno. El hombre vestido de caqui que había
logrado salvarlas de los estragos de la rebelión, lo explicó así al piloto. Este titubeó:
- El problema es... -el rostro, sombreado por la barba, del
militar asumió una
expresión sardónica.
-¿Sí?
Al oído, Eva Tarrant pensóque aquel hombre podía poner más significado en una sola
palabra que cualquier otra persona que ella hubiera conocido.
-Como puede comprobar, Mayor, el avión va lleno. Si lo sobrecargo, arriesgaría muchas
vidas por salvar unas cuantas.
Usted debe llevarse a las hermanas! Han sufrido mucho y están al borde del colapso.
El piloto recorrió con la mirada a las monjas de rostros macilentos.
Susojos se detuvieron en Eva, la más joven de todas.
- Podría llevarme a las mayores -dijo-, si algunos de los pasajeros están de acuerdo en
abandonar aquí su equipaje. Pero...
- Se las llevará a todas! - El tono del Mayor era terminante. En aquel momento, un pasajero
se asomó a la portezuela del aparato.
- Y el deberíamos haber despegado - gritó irritado_. Cada segundo que perdemos aquídiscutiendo, pone en mayor peligro nuestras vidas.
El militar, alto y enjuto,.con un rifle colgado al hombro, observó al pasajero, un hombre
maduro y gordo, vestido de dril blanco.
- Comprendemos lo ansioso qué debe estar usted, pero insisto en qué las hermanas suban a
bordo. .
- No tenemos espacio; ya se lo ha dicho el piloto.
- Por favor... -Eva se aferró al brazo del militar, si hay espaciopara la hermana Mercy y las
otras, yo podría recorrer a pie el resto del camino a Tanga.
. El bajó la mirada hacia la muchacha.
- Es usted muy generosa en hacer ese ofrecimiento, enfermera; pero no lo acepto: El piloto
encontrará asiento para todas ustedes, aunque yo tenga que bajar a ese... caballero con todas
sus camisas almidonadas. .
- ¡ Yo he pagado mi plaza, maldito mercenario! exclamóel irascible pasajero rojo de ira. Los
ojos grises del Mayor se clavaron en éL '
.
- Prefiero ser eso y no un funcionario harto de comer, que se sienta tranquilamente,
mientras las mujeres trabajan arriesgando su vida. Creo... -alzó el rifle de forma amenazadora
que podemos hacer espacio para ellas quitándole’ ha usted de en medio.
-¡Tranquilo! -murmuró el piloto-. Es un funcionarioimportante y tengo obligación de hacerle
llegar a lugar seguro con los documentos que lleva. Veré lo que se puede hacer con el equipaje.
Eva retrocedió buscando la sombra de un árbol. Desde allí oía voces procedentes del avión
que discutían sobre la carga. Deseaba con toda su alma que la pobre hermana Mercy y las otras
monjas pudieran irse en el avión; habían soportado dos años de lucha difícil ypeligrosa, mientras
que ella llevaba únicamente un par de meses en la misión. Era más joven que ellas y no estaba tan
agotada. Además, quería seguir demostrándose que no era una inútil muñeca de alta sociedad,
sino algo más que la débutante de la temporada, favorita de los centros de verano de moda y que
sólo servía para llevar una vida cómoda y hacer un matrimonio «conveniente».
Se llama...
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