Reaviva El Don

Páginas: 12 (2954 palabras) Publicado: 17 de agosto de 2011
“Reaviva el don de Dios” (2Tim 1,6)
(… ἀναζωπυρεῖν τὸ χάρισμα τοῦ θεοῦ…)
Acompañamiento espiritual

Conservar el rumbo, reavivar el llamado

(I)

Cuenta San Alberto Hurtado cómo le sorprendió, en uno de sus viajes a Europa cruzando el océano, el cuidado casi obsesivo que el capitán del barco ponía para “conservar el rumbo”. En la torre de mando las consignas y órdenes dadas en vozalta, casi a los gritos, debían tener eco en los subordinados que respondían al pie de la letra con voz igualmente alta para confirmar lo que habían escuchado. En alta mar, donde no existen mojones fijos, ya que todo se mueve y cambia, “saber” leer las cartas de navegación y descifrar la rosa de los vientos, “saber” escrutar el horizonte y su más allá, el cielo, “saber” esperar las noches para vermejor las estrellas y “saber” soportar curtirse en la proa con salitre para descubrir el lucero del alba en el amanecer, son “saberes y obrares” para “no perder el rumbo”, para llegar felizmente a puerto.
El “hacer sin finalidad-ideal de plenitud”, arrastrar la existencia “sin rumbo de Puerto definitivo”, “vivir sin des-vivirse”, lima-desgasta-deteriora-atrofia-aneste-sia el “ser” quitándole susustentabilidad existencial y vital. Creer sin rumbear hacia el “amar”, no es cristiano. Una fe desprovista de esperanza es una fe desorientada y anémica de deseos de caridad, y termina siendo a la larga una fe muerta. Una consagración sin entusiasmo de darse todo entero no es consagración sino estafa. Un obrar vacio o al margen del carisma termina prostituyendo la vida consagrada por adulteraciónde identidad. No existen escuelas de curas o de consagrados y consagradas, existen encuentros transformantes y fascinantes con Cristo. No existen escuelas de padres o de madres, ni de pastores, ni de superioras. Quienes son buenos hijos, buenos corderos, buenas hermanas, son buenos padres, buenos pastores, buenas “madres”.
Quienes vivimos “pisando tierra”, bañándonos de realidad todos losdías, no podemos perder el interés por el “rumbo” de nuestras vidas, no podemos ser indiferentes al “rumbo” de las vidas que se nos confían. Sin embargo, la seguridad de que nuestros pies “pisan suelo firme”, o tal vez la resignación a que en general ya estamos hechos y que no se puede hacer mucho más, o tal vez la tranquilidad de una vida más o menos acomodada… muchos “tal vez” que puedenautoconvencernos que “ya está”. La tentación de “haber llegado” enluta nuestras vidas con demasiada frecuencia. La santidad es un proceso incesante: el Señor nos va santificando en la medida de nuestra disponibilidad. Sin timón el barco va a la deriva, no puede “conservar el rumbo”. Así como el timón está bajo la línea de flotación, así la disponibilidad está sumergida en la interioridad del corazón.

(II)Nómades o sedentarios, en camino o instalados, peregrinos o inquilinos, servidores o empleados. El “hombre sin rumbo” es lo más lejano a la concepción desafiante de la Palabra revelada en las Escrituras y en la Tradición viva de la Iglesia: el hombre es un caminante, es un “viator”, es un ser signado por un horizonte que se anima a cruzar fronteras. La esperanza es la virtud propia del “homoviator”. La esperanza es la que “fija el rumbo” a la fe para que se transforme en caridad. La “gran esperanza” es la que debe animar al cristiano y no la “pequeña esperanza equivocada” de los que, apichonados y mezquinos, traen el horizonte a la propia pequeña y angosta frontera. Los que no salen de sus carpas no pueden ver las estrellas. Las desesperanzas, los desánimos, las descorazonadas, lasdesilusiones, son viejas artimañas auto-justificantes de los acovachados para maquillar la “pérdida del rumbo” de sus vidas.
“Navega mar adentro” fueron las palabras del Señor recordadas por el beato Juan Pablo II a la Iglesia del tercer milenio. Iglesia: “navega mar adentro y más adentro”, podríamos parafrasear a SS Benedicto XVI, “no tengas miedo, Él no te quita nada y te da todo”. Este...
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