El Compañero comprende 23 capítulos. Me abstengo de dar el sumario, pues se lo puede consultar en Internet (http://www.cambridge.org/us/catalogue/catalogue. asp?isbn=9780521616713). En el capítulo 5, titulado "Gene" (pp. 85-102), Paúl E. Griffiths y Karola Stotz exponen clara y concisamente la historia inconclusa de este concepto central de la biología del siglo XX. La palabra 'gen' fueintroducida en 1909 por W. Johannsen como término teórico, una "variable intermediaria" utilizable para llevar la cuenta de la trasmisión hereditaria de los caracteres manifiestos de plantas y animales híbridos. Movido por la irresistible tendencia cosista del intelecto humano, H. J. Muller pronto concebirá a los genes como pequeños objetos materiales -átomos de heredabilidad- presentes en todas lascélulas vivas, cuya exacta reproducción en la división celular respalda la identidad específica de cada individuo y cuyas mutaciones ocasionales posibilitan la evolución de las especies. Sin embargo, todavía en 1934, T. H. Morgan pudo declarar, en su discurso de aceptación del premio Nobel, que "no hay consenso entre los genetistas en cuanto a lo que los genes son -si son reales o puramente ficticios-porque en el plano en que los experimentos genéticos trascurren no hace la menor diferencia que el gen sea una unidad hipotética o una partícula material"3. Esta situación cambia drásticamente en la década de 1940. "George Beadle y Edward Tatum decidieron abordar la cuestión de cómo actúan los genes, a través del análisis genético de un proceso bioquímico conocido. Produjeron y aislaron cepasimitantes del hongo Neurospora, cada una de las cuales era incapaz de sintetizar alguno de los compuestos químicos involucrados en una determinada ruta biosintética. El análisis genético de estos imitantes demostró que cada deficiencia era el resultado de una mutación en un solo gen. Tres años después, Oswald T. Avery produjo evidencia experimental de que los genes están hechos de ADN" (Companion, p.89). Con todo, debido a la relativa simplicidad de este género de sustancias químicas, esa idea será recibida con escepticismo, y harán falta ocho años más y nuevas pruebas para que se deseche la idea dominante de que los genes son proteínas. La etapa siguiente es bastante conocida gracias a los excelentes libros cuasipopulares de sus protagonistas: Watson y Crick, Jacob y Monod. La peculiarestructura molecular del ADN facilita la explicación química de su reproducción exacta cuando una célula se divide. La existencia de un "código genético" -esto es, de una correspondencia estable uno-a-varios entre los 20 aminoácidos que componen todas las proteínas presentes en los seres vivos y 61 de los 64 triplos ordenados o "codones" que pueden formarse con las 4 bases del ADN- da pábulo a la idea,abrazada con entusiasmo por un sector amplio de la opinión pública, de que el ADN contenido en los cromosomas de cada óvulo fecundado encierra el "programa" para la construcción de un individuo humano, animal o vegetal. Menos conocidos son los descubrimientos que, aproximadamente desde 1970, han venido a complicar el panorama, introduciendo una tensión casi insoportable en el concepto mismo de gen."Según la concepción molecular clásica, un gen es una serie de nucleótidos cuya secuencia corresponde a la secuencia de aminoácidos en una determinada cadena polipéptida (una o más de las cuales forman una proteína)" (p. 93). El gen sería, por así decir, "la imagen en el ADN" de la molécula cuya actividad biológica interesa al investigador. Pero los nuevos hallazgos han socavado la idea de quelas unidades estructurales discernibles naturalmente en el ADN determinan unívocamente la estructura de un producto génico. Las estructuras del genoma que juegan tales papeles "pueden traslaparse u ocurrir una dentro de otra (en la misma dirección en la molécula de ADN o en la dirección inversa). La relación entre genes estructurales y funciones genéticas no es uno-a-una sino muchos-a-muchas:...
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