Trench town rock
MARIO VARGAS LLOSA 16/01/1995
Ante el irresistible avance de las fuerzas de Cromwell que -invadieron Jamaica
en 1655, los colonos españoles libertaron a sus mil quinientos esclavos, que
desaparecieron en la maleza. Reaparecieron, en los turbulentos siglos sucesivos,
adornados con el nombre de maroons (desprendido de la voz cimarrón) y una
aureola indómita. Dentro deesta bravía estirpe nació, en 1887, Marcos Garvey,
apóstol de la 'negritud' y del retorno de los negros de América al África, sin el cual
el culto rastafari jamás hubiera trascendido las fronteras jamaiquinas y sin cuya
prédica Bob Marley no hubiera sido quien fue. A Marcos Garvey se atribuye la
profética advertencia (los historiadores lo discuten): "Mirad al África, donde
coronarán un reynegro. Él será el Redentor". Años después, en 1910, en Etiopía,
Ras Tafari Makonnen fue entronizado emperador y proclamado Negus (rey de
reyes). En los árboles y techos de las aldeas y en los muros de los guetos de
Jamaica, comenzaron a aparecer devotas reproducciones de la cara de Haile
Selassie y el verde, el rojo y el oro de la bandera etíope. Los fieles de la nueva
religión procedían deestratos humildes y su doctrina era, simple: Jah (apócope de
Jehová) guiaría en una hora secreta al pueblo negro de regreso a Etiopía,
sacándolo de Babilonia (el mundo dominado por el blanco, el vicio y la crueldad).
El momento se acercaba, pues Jah había encarnado en el monarca de Addis
Abeba. Los rastas evitaban el alcohol, el tabaco, la carne, los mariscos y la sal, y
seguían el preceptolevítico (25:5) de no cortarse los cabellos, las barbas ni las
uñas. Su comunión y rito básico era la ganja o marihuana, planta sacramental
ennoblecida por el rey Salomón, en cuya tumba brotó.
La primera vez que Bob Nesta Marley vio un rasta fue en Nine Miles, caserío de
la parroquia de St. Ann, donde había nacido en 1945. Hijo de una negra y de un
blanco que se casó con ella pero inmediatamentela abandonó, el niño mulato
escuchaba deslumbrado las historias medievales del preste Juan con que
entretenía a los campesinos el brujo del lugar, un inspirado contador de fábulas.
La aparición del hombre que llevaba un nido de serpientes en la cabeza, una
mirada brumosa y en vez de andar parecía flotar, asustó al niño, que, esa noche,
soñó con él. Su conversión al culto rastafari ocurriríamucho después.
Nine Miles no debe de haber cambiado desde entonces. Es todavía una ínfima
aldea, en lo alto de una abrupta cordillera a la que se llega después de recorrer
una larguísima trocha de curvas y de abismos. La cabaña de tablas donde Bob
Marley nació ya no existe. Los devotos están reconstruyéndola, en cemento, y han
plantado una mata de ganja en el umbral. Su sepulcro está másarriba, en otra
cumbre que hay que trepar a pie y desde la cual, me dicen, el infausto día del
entierro se podía percibir un hormiguero humano de muchos kilómetros. Allí está
la piedra donde solía sentarse a meditar y a componer y, allí, su guitarra. Un tapiz
bordado por etíopes adorna el monumento fúnebre, al que se entra descalzo, y del
que cuelgan, a manera de exvotos, fotografías, recortes dediarios, banderines y
hasta el emblema de su automóvil, un BMW, su marca preferida porque sus
iniciales reunían las de su nombre y la del conjunto musical con que se hizo
célebre: The Wailers.
El rasta que nos guía va al mismo tiempo comulgando y comulgan también. una
pareja de norteamericanos que se han colado en nuestra camioneta. La visita
incluye un recorrido por un extenso campo deplantas sagradas. Como, en teoría,
la marihuana está prohibida en Jamaica, pregunto al comulgante si no han tenido
problemas con la policía. Se encoge de hombros: "A, veces vienen y las arrancan.
¿Y qué? Crecen de nuevo. ¿No son naturales, acaso?". Lo de la prohibición es
una fórmula. Unos días antes, en un reggae bashi o concierto al aire libre, en
Ocho Ríos, la ganja se vendía, en fibras o...
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