Un Episodio De La Historia De Una Catedral
An Episode of Cathedral History, M.R. James (1862-1936)
Había una vez un docto caballero al que le encargaron examinar los archivos de la catedral de Southminster y redactar un informe al respecto. El examen de estos legajos requería bastante tiempo, de modo que juzgó conveniente tomar alojamiento en la ciudad; porque aunque el cuerpo jerárquico de lacatedral fue pródigo en sus ofrecimientos de hospitalidad, el señor Lake prefería ser dueño de su tiempo, cosa que a todo el mundo le pareció razonable. Finalmente el deán escribió al señor Lake sugiriéndole que, si aún no había buscado sitio, se pusiese en contacto con el señor Worby, sacristán mayor, que ocupaba una casa vecina a la iglesia, el cual acogería con mucho gusto a un huéspedtranquilo por tres o cuatro semanas. Este arreglo era precisamente lo que el señor Lake deseaba. Acordó en seguida las condiciones con el sacristán, y a primeros de diciembre, como un nuevo señor Datchery —se recordó a sí mismo—, nuestro investigador se encontró ocupando un muy confortable aposento en una casa antigua y catedralesca.
Una persona tan familiarizada con la vida y costumbres de lascatedrales, y tratado con tan manifiesta consideración por el deán y el cabildo entero de ésta, no podía dejar de inspirar respeto al sacristán mayor. El señor Worby accedió incluso a corregir ciertas explicaciones que solía ofrecer desde hacía años a los grupos de visitantes. El señor Lake, por su parte, encontró en el sacristán un compañero jovial, y al acabar el trabajo de la jornada aprovechabacualquier ocasión que se le presentaba para disfrutar de su conversación. Una noche, alrededor de las nueve, el señor Worby llamó a la puerta de su huésped.
—Tengo que ir a la catedral, señor Lake —dijo—; y creo que le prometí ofrecerle la oportunidad de ver su aspecto en plena oscuridad. Hoy hace una noche ideal, si le apetece acompañarme.
—Desde luego; le agradezco mucho que se haya acordado, señorWorby. Un momento que coja el abrigo.
—Aquí lo tiene, señor; y aquí traigo otro farol que le aconsejo que lleve para las escaleras; porque no tenemos luna.
—Cualquiera pensaría que somos una nueva edición de Jasper y Durdies, ¿no cree? —dijo Lake mientras cruzaban el atrio; porque había averiguado que el sacristán había leído Edwin Drood.
—Sí, desde luego —dijo el señor Worby con una risa breve—;aunque no sé si deberíamos tomarlo como un cumplido. A veces pienso que tenían extrañas costumbres en esa catedral, ¿no le parece? Maitines con el coro al completo a las siete de la mañana todos los días del año. Eso hoy no sienta bien a las voces de nuestros niños, y me parece que hay un adulto o dos que pedirían aumento de sueldo si tuviera que intervenir el cabildo... en particular loscontraltos.
Habían llegado a la puerta sudoeste. Mientras el señor Worby daba una vuelta a la llave, dijo Lake:
—¿Alguna vez se ha quedado alguien encerrado aquí accidentalmente?
—Dos veces. Una fue un marinero borracho; aunque no sé cómo entró. Supongo que se dormiría durante el servicio religioso; pero cuando lo descubrí estaba dando unas voces que amenazaban con derrumbar el techo. ¡Santo Dios, laescandalera que armó! Dijo que era la primera vez en diez años que ponía los pies en una iglesia, y maldito si lo volvía a hacer. La otra vez fue una vieja oveja: una broma de los chicos.
Aunque no lo volvieron a intentar. Bien, señor; vea lo que parecemos: nuestro difunto deán solía traer grupos de cuando en cuando, aunque prefería las noches de luna; y había un verso que les recitaba, referente auna catedral escocesa, creo. Pero no sé. Casi creo que el efecto es mejor cuando está todo a oscuras. Parece que aumenta de tamaño y de altura. Si no le importa quedarse ahora en algún lugar de la nave mientras subo yo al coro a recoger una cosa, verá lo que quiero decir. Así que Lake se quedó esperando apoyado en un pilar. Y observó cómo la luz balanceante se desplazaba a lo largo de la iglesia y...
Regístrate para leer el documento completo.