Yo sólo se que no se nada

YO SOLO SÉ QUE NO SÉ NADA

Partiendo del diálogo socrático “Sobre el Amor”, de Platón, donde alude la antigua creencia griega acerca de que las almas van “de aquí a la Morada de Hades –el mundo de ultratumba- y de allá vienen acá, y renacerá la vida después de la muerte”; dando a entender que los vivos no nacen sino de los muertos; como lo que se hace menor ha tenido que ser antes mayor; lodébil sale de lo más fuerte; lo peor surge de lo mejor y lo justo de lo injusto. En pocas palabras, que toda cosa nace de su contrario, como lo contrario de la muerte es la vida.
Tomando en cuenta lo anterior, quizás en algún oscuro rincón del pensamiento socrático, viéndolo desde un punto de vista intemporal –me gustaría saber, en este caso, cuál sería el antónimo correcto de tiempo-, haya cabidapara la siguiente conversación:

Sócrates.- ¿Cómo es que vienes a esta hora, Homero?, ¿qué no es demasiado tarde?

Homero.- Sí que lo es.

Sócrates.- Más o menos ¿cuánto?

Homero.- Eeeeeh… por ahí de la una de la mañana, creo yo. Salí del bar de Moe hace unos minutos.

Sócrates.- Me sorprende que Marge tenga contigo estas consideraciones.

Homero.- ¡Bah! ¡No me la recuerdesahora! Es importante que tú y yo charlemos. Hace tiempo ya que una duda carcome mi alma, y he venido a expresártela. ¡Eres el único que puede comprender!

Sócrates.- Admirado Homero, si pues, te place, explícame eso que te ha hecho perder la calma. Últimamente sufro de insomnio, por lo cual tu visita me es grata y necesaria para ahuyentar la soledad. Anda, sentémonos a la luz de las estrellas,habla, que yo te escucho.

Homero.- Y… ¡Brrffff!... perdona… ¡jé!... ¿no tendrás por ahí una cerveza? Me es imperioso, pues por cierto es indispensable para que las palabras acudan a mis labios sin torpeza.

Sócrates.- Verdad contundente, Homero. En la nevera encontrarás lo que ansías para aliviar tu sed. ¡Y trae una para mí!

Homero.- Así y no de otra manera, porque me parece correctamente loque he escuchado.

Sócrates.- Y pues, comencemos a escudriñar tu tormento para buscar la verdad a la que tu alma debe llegar. ¡Salud, óptimo Homero!

Homero.- ¡Salud, gran Sócrates!... … … Sabes, ¡por Júpiter!, ¡estoy tan confundido! Ese viejo mañoso de Moe dice que soy cómplice de unos asesinos.

Sócrates.- ¿De asesinos? Explícate mejor, Homero, que me pones nervioso. ¿Acaso se hacometido una barbarie en el pueblo sin que yo me entere?

Homero.- ¡Oh, no!, ¡nada de eso! Tal parece que, los asesinos de los que habla Moe, andan matando inocentes en alguna parte del mundo; les roban lo que es suyo y hasta han destruido no sé qué libros y antigüedades maravllosas, que tienen que ver con el origen de la humanidad.

Sócrates.- ¡Por Zeus! ¡Ya sé a qué te refieres!... Voy a probardecírtelo claramente: es verdad lo que Moe te ha contado.

Homero.- ¡Hércules! O sea que ¿sí soy cómplice de ellos y puedo ir a la cárcel? ¡Pero si yo ni los conozco! ¡Ayúdame, Sócrates! ¡Ayúdame! –glub, glub, glub.

Sócrates.- Querido Homero, para ti ¿en qué consiste, en sí, una complicidad?

Homero.- Eeeeeh… mmm… yo pienso que-e…

Sócrates.- ¿Acaso no toda complicidad tiene quevalerse, para empezar, de un secreto, un secreto no revelado a nadie?

Homero.- ¡Brrffff!... supongo que sí.

Sócrates.- Y a partir de esta idea, por su parte, un secreto que ha sido revelado ¿no es apenas una sospecha por comprobar?

Homero.- Así debe ser.

Sócrates.- Y ¿queda claro que algo que aún no está comprobado, no puede ser objeto de acusación por parte de la justicia?Homero.- En efecto, Sócrates. ¡Eso sí lo entendí!

Sócrates.- Bien. Retrocedamos un poco, mi bienaventurado Homero. Hemos hablado ya de la naturaleza intrínseca de la revelación de un secreto y sus posibles consecuencias, como sospecha por aclarar. Ahora, el secreto no revelado, ¿no debe encontrar su particular contrapeso en la certeza de una hipótesis?

Homero.- Por mi palabra que sí me parece...