M Rida Yucat N 14
Isaac Elizondo Pérez
Estimado primo Isaac:
Todas las palabras que usamos para explicar nuestra convivencia política han servido para nombrar realidades muy diferentes, segúnla época en que se hayan empleado. Y no siempre han sido vistas con el mismo entusiasmo. Por el contrario, hubo un tiempo muy largo en que la democracia se consideró como una forma lamentable degobierno. Con frecuencia se recuerda que Aristóteles, por ejemplo, pensaba que se trataba de una mala desviación del régimen republicano: una desviación demagógica, puesta al lado de la oligarquía y dela tiranía como formas perversas de gobernar las ciudades. Pero se olvida que después de los clásicos griegos - pues en ese punto, con matices, coincidían casi todos -, la opinión general sobre eseconcepto no mejoró mucho. "Los decretos del pueblo - escribió Aristóteles - son como los mandatos del tirano", porque pasan siempre por encima de las leyes válidas para todos los ciudadanos. Eso esculpa de los demagogos, agregaba, que resuelven los asuntos públicos con el apoyo de "una multitud que les obedece".3 Pero mucho tiempo después, en 1795, Kant repitió casi exactamente las mismaspalabras: "la democracia - escribió - es necesariamente un despotismo", porque las multitudes no están calificadas para gobernar con la razón sino con sus impulsos. Y todavía en el primer tercio de nuestrosiglo, Ortega y Gasset se seguía quejando de la "rebelión de las masas" como un mal signo para el futuro.
Durante muchísimo tiempo, contado en miles de años, la palabra clave no fue democracia, sinorepública. No era que los filósofos prefirieran siempre que el pueblo se mantuviera al margen de los asuntos de la política, sino que veían con temor que las leyes pasaran inadvertidas para unaconfusa asamblea de multitudes beligerantes. No veían con buenos ojos la participación. No era lo mismo entregar el poder al pueblo, para que éste lo ejerciera a través de deliberaciones multitudinarias...
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