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Al levantarse de la cama, su espalda traqueó.
El Universo pesaba. Las mentes que necesitaba alimentar para un nuevo mundo yacían en una red interplanetaria que se tejía con una velocidad vertiginosa, que muchas veces pretendía parecer desastre, pero terminaba aplastantemente en una victoria total sobre las adversidades de la grandeza. La mayor grandeza que habría podido imaginar un ser de losKray-yak.
Se levantó de su lecho de hiper-sueño y entró en la habitación preparada para su reanimación muscular y su reacondicionamiento cognitivo. Tenía cerca de dos semanas sumergido en el líquido de esa máquina preservadora de las funciones que lo ponía en estado de lucidez en otro mundo; en el que no tenía cuerpo o apego a las leyes físicas cotidianas a las que su mente estaba acostumbrado,pero en el que tenía plenas facultades mentales para resolver problemas de la naturaleza más abstracta imaginable: de naturaleza matemática.

Era un matemático precoz y antes de cumplir catorce, a los once años, era un veterano en análisis armónico. Su brillantez era reconocida a nivel del sistema de Darthas y ahora trabajaba en la formulación de un conjunto de instrucciones lógico-matemáticasque ayudarían a un ordenador cuántico a descifrar, con mucha más eficiencia que la obtenida anteriormente por otros medios, los patrones subyacentes a las estructuras creadas al parecer caóticamente, siguiendo un orden, las fluctuaciones de vacío. Era un tema muy técnico y aburrido para los no especializados en él dentro de su laboratorio, pero muy relevante para la vida de Krattorf.

-Bienvenidoal sistema de reacondicionamiento señor. Por favor diríjase a la puerta lateral situada a su izquierda. –Dictaba una voz, no sonora, pero notable en su mente, y resongando caminó hacia la puerta-.

-¿Ahora qué?- Dijo extrañado de escuchar su voz mientras miraba al techo de la nave y notaba unos pequeños puntitos parpadeando en un tablero analógico muy anticuado- No es posible que sean tanimprácticos de no usar señalización…
Entró a un cuarto en el que había un tubo sobre saliendo por una pared metálica, y que terminaba en un plato con agujeros casi imperceptibles por los que salía una especie de vapor. Caminó hacia él y tomó el recipiente esférico que había en la mesa a un costado de la ducha. Lo abrió y encontró una píldora, la tomó y se dirigió a la ducha de vapor.
Mientras su mente senublaba, los recuerdos volvían. Estaba en un viaje desde el Congreso en Dalkareth, un sistema de lunas de uno de los dos planetas Gaseosos del sistema vecino a la estrella de Darthas, de donde él procedía, y se dirigía a la Universidad en donde tendría que supervisar unos experimentos con ordenadores cuánticos de segundo nivel, una nueva generación de máquinas con un poder de procesamientonotablemente superior a las que había en el laboratorio de la Universidad en la que trabajaba, en la Colonia, y veía si podía incorporar dicho poder de procesamiento a las investigaciones de su equipo en Dalkareth.
Hubo un sonido prolongado y la ducha de vapor se apagó. Luego apareció una esfera de orden a la cual dio instrucciones para informarse de cuál era el estado actual de la nave y de quétripulantes permanecían en hipersueño y cuáles se encontraban ya despiertos. No faltaba mucho para llegar a la Universidad y debía estar al tanto de los acontecimientos ocurridos durante su ausencia onírica antes de arribar a la central espacial del sistema Kahrldoliano.
Figuró en la lista Drenson Barsal, uno de sus ingenieros, que hacía el papel de capitán de la nave en el sentido más académico de lapalabra cuando el propio Krattorf no estaba despierto.

-Buen comienzo, profesor. ¿Se encuentra bien? –Dijo el ingeniero.

-Nada de qué preocuparse. Seguiré odiando cómo empieza, pero debo aceptar que rejuvenece tu mente. En efecto Dren. ¿Llevas mucho despierto?

-Cinco días. No más. Programé mi cámara para eso; quería informarme un poco más antes de llegar, acerca estado de los motores...