1900

1900

Brenda W’ Glez M.

El frio del invierno se sentía por las calles de Londres, la algarabía por la llegada del año nuevo era un hecho que se apreciaba, los adornos, en las calles y aún en el olor a navidad era evidente, el reloj en la plaza central comenzó a sonar, marcando las nueve de la noche.
La Señorita Deveraux terminaba su turno en la mansión de los duques Melinngton, recibía supago semanal y una pequeña cajita con jabones perfumados, regalo de la duquesa por su compromiso con ella.
La señorita Deveraux, agradeció el detalle y se apresuro a salir de la mansión, pues había recibido una paga extra de sus servicios de esa semana, debido a que había adornado de una manera extraordinaria el salón de fiestas de la mansión y la Duquesa Melinngton había quedado más quesatisfecha.
La Señorita Deveraux sentía una gran felicidad en su pecho pues imaginaba la cara de su familia, cuando llegara con regalos, mismos que no habían podido comprar en navidad, a lo lejos miro el reloj y se pudo percatar que eran las diez menos cuarto, por lo que decidió tomar un atajo en el callejón Pine, aun sabiendo que era un tanto peligroso, sin embargo se santiguo y se persigno pidiendo aDios le ayudase.
El frio calaba hasta lo más profundo de sus huesos, la neblina se hizo cada vez más densa, llego a ser tan gruesa que parecía algodón de azúcar, la Señorita Natalia Deveraux apresuro el paso y recordaba y sentía en su corazón, su mente y su alma una felicidad que la embargaba, por consecuencia sintió que todas sus emociones bajaron a la parte baja de su estomago, donde de un derepente, esa impresión la confundía, pues sintió un pequeño ardor que se agudizo, mismo que le hizo querer doblarse y pararse de golpe bruscamente, apreció como su falda se empapaba, las manos se le comenzaron a poner frías y le temblaban, las piernas se le engarrotaron y el dolor se hacía cada vez más fuerte, recorriendo cada parte de su espina dorsal, inundando todo su cuerpo.
Una mueca esbozosu cara, reflejando un dolor inimaginable, sus ojos querían ponerse en blanco, bajo la mirada hacia sus pies pero la neblina no le permitió ver absolutamente nada, al levantar la mirada nuevamente y fijar esta, delante de ella, sorprendida alcanzo a ver unos ojos rojos, tan rojos como la sangre misma, este hecho le hizo sentir otra descarga, pero ahora de adrenalina y al juntar sus manos sobre suabdomen, sintió que algo se movió tan rápido y que el dolor que había sentido en un principio lo sentía ahora en siete diferentes partes de su abdomen.
Al no poder mas con esa descarga de dolencia, sus extremidades inferiores perdieron fuerza haciéndola caer hasta el suelo soltando aquella pequeña caja de jabones, mismos que se esparcieron por el callejón.
El suelo se sentía helado, Natalia noentendía lo que sucedía, con todas sus fuerzas quería reincorporarse, pero su cuerpo parecía haberla abandonado, lo único que pudo hacer fue levantar su cabeza y de un de repente vio como unos guantes de suma fineza, arremetieron en su cuello, apretando este al extremo, dilatando sus pupilas, amoratando su cuello y poniendo su rostro seco.
Manoteo con la ultima reserva de fuerzas que le quedaban,ni un grito sus cuerdas vocales lograron emitir, lo último que pensó fue en le recuerdo familiar y en la quimera que había imaginado al llevar obsequios a su querida familia.
Dejándose llevar por lo ocurrido y sabiéndose derrotada y ultrajada, rogo a Dios la aceptara en su ceno.
Un tapete rojo carmesí adorno aquel callejón, proveniente del cuello desprendido de la señorita Deveraux, elatacante había arrancado de tajo el aliento de su presa llevándose como obsequio el ojo izquierdo de la mujer que había asesinado, a sangre helada.
Las campanadas sonaron y el reloj marcaba ahora las diez en punto, unos pasos sentían acercarse, pero el refugio de la neblina, combinado con la noche helada, sirvieron como abrigo y trinchera del cruel asesino.
Los pasos llegaron hasta la escena donde...