20000 leguas de viaje submarino
Habíauna niñita cuya madre cayó gravemente enferma.
-Oh! dijo la niña-, estoy segura de que mi madre se pondría buena de nuevo si pudiera llevarle un poco de agua. Tengo que encontrarla. Así que tomo unpequeño cucharón y salió en busca de agua.
Andando, andando, encontró un manantial diminuto en la lejana ladera de la montaña. Estaba casi seco. Las gotas de agua caían muy lentamente de debajo dela roca. La niña sostuvo el cucharón con cuidado para recoger aquellas gotitas. Al cabo de mucho, mucho tiempo, acabó de llenarse.
Entonces la niña emprendió el regreso asiendo el cazo con muchísimocuidado porque no quería derramar ni una gota.
Por el camino se cruzó con un pobre perrito que a duras penas podía arrastrarse. El animal jadeaba y sacaba la lengua fuera de tan seca que la tenia.-Oh, pobre perrito -dijo la niña-, qué sediento estás.
No puedo irme sin ofrecerte unas gotas de agua. Aunque te dé un poco, todavía quedará bastante para mi madre.
Así que la niña derramó unpoco de agua en la palma de su mano y se la ofreció al perrito. Éste la lamió con avidez y se sintió mucho mejor.
El animal se puso a brincar y a ladrar, talmente como si dijera:
-Gracias, niña!Ella no se dio cuenta, pero el cucharón de latón ahora era de plata y estaba tan lleno como antes. Se acordó de su madre y siguió su camino tan rápido como pudo. Cuando llegó a casa casi habíaoscurecido.
La niña abrió la puerta y se dirigió rápidamente a la habitación de su madre. Al entrar, la vieja sirvienta que había trabajado durante todo el día cuidando a la enferma se acercó a ella....
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