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La Republica, Domingo 30 de Mayo/99
Columnista invitado

César Hildebrandt: Sólo cabe el parto grandioso de la unidad

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El siguiente es in extenso el discurso que pronunciara el periodista César Hildebrandt el último jueves, en el homenaje que le rindiera el Colegio de Abogados de Lima, y que La República reproduce en su edicion de hoy. (Año 1999)
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Fue en1977, hace ya 22 años, que Alfonso Tealdo, el gran maestro del malhumor bien temperado y de la impertinencia ilustrada, me invitó a formar parte del panel de "Pulso", aquel programa en donde un tumulto de preguntadores acosaba a un invitado dándole siempre la oportunidad de decir la última palabra. Y vaya que allí se dijeron últimas palabras.
Quizás algunos recuerden la lápida política que en esenervioso "PULSO" cayó sobre un aspirante presidencial que había entrado a saco en una obra de hechura española, apropiándose de sus ideas, de sus giros lingüísticos y aun de su puntuación. El candidato había convertido ese hurto en un hermoso artículo del diario "Expreso", y en el programa de Tealdo fue encarado por quien ahora les habla. Jamás olvidaré la ver-güenza tornasolada, del rojo algranate, del verde botella al pálido marfil, con la que dicho señor hubo de aceptar el plagio y desaparecer discretamente del escenario electoral. Qué tiempos aquellos, qué nostalgia por aquellos tiempos, 22 años atrás, en donde era posible que un pretendiente lleno de calificaciones aban-donara sus pretensiones por un momento de debilidad editorial y de grafomanía prestada.

Si hoy a alguien se ledemostrara que ha incurrido en plagio y que eso lo convierte en poco confiable para la política, acusaría al autor original de coincidencia sospechosa y profética y remitiría el asunto a un amable juez amigo de Vladimiro Montesinos.
Pero en esos tiempos la política tenía otras reglas, la lumpenización de las costumbres no había alcanzado las cimas dantescas de hoy, las letras se honraban, los chequesse pagaban y los políticos se avergonzaban. Y los maestros enseñaban sin quererlo. Como Alfonso Tealdo, un viejo maravilloso y gruñón al que en sus buenos tiempos su mujer había rescatado de los bares para que cumpliera con algunos cierres de edición y que ahora, plantado por razones hepáticas, era la imagen de la malicia en ristre y del escepticismo para todo uso.

Siamés dela sospecha

Para Tealdo, como para los grandes del periodismo, el periodismo era un hermano siamés de la sospecha. No había declaración oficial ni opinión de ministro ni anuncio palaciego que no merecieran para él un enar-camiento de cejas, un mohín de incredulidad y, a veces, una carraspera de lo más significativa. Su tratado sobre el periodismo consistía en tres letras, convenientementeacentuadas: ajá. Ajá decía cuando el ministro de Salud anunciaba que los jubilados serían tratados de manera distinta. Ajá decía cuando el presidente del BCR pronosticaba que la inflación sería la más baja de los últimos cinco años. Y ajá también decía cuando los productores del programa le decían que el programa andaba bien de sintonía. Ajá, maestro, cuánto te extrañamos, a ti que hubiste de morir enuna clínica de los suburbios, revolcado a preguntas por la vejez, abandonado por quienes hicieron dinero y espectáculo con tu talento.
Por esos tiempos yo publicaba todos los lunes unas fieras entrevistas que Caretas presentaba generosamente. Un periodista inglés radicado en Lima, Nick Ashehov, las bautizó como "Monday Morning Massacre", la masacre de los lunes por la mañana. La verdad es que yono las veía tan fieras y las hacía en los tiempos libres que me dejaba mi puesto de jefe de redacción de la revista de Doris Gibson y Enrique Zileri. Pero lo importante es que sí la veían no sólo fieras sino tremebundas e inaceptables muchos de mis entrevis-tados. Manuel Scorza, el magnífico escritor de Redoble por Rancas, llegó a decirme: "¿Con qué derecho me dice usted lo que me está diciendo,...