Ad maiorem de Glorian. (A la mayor Gloria de Dios)

Ad maiorem Dei gloriam. (A la mayor gloria de Dios).
Punto de vista: Enrique Caballero Peraza.
El camino recorrido desde el Extra Omnes al Habemus Papam. Poco antes y poco después.
El domingo 10 de febrero de este año, los católicos practicantes acudían a misa y escuchaban la segunda lectura de la carta de San Pablo a los Corintios, que concluye de la siguiente manera:
“Pero por lagracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han creído.”
Los católicos y el resto del mundo con diferentes creencias o secularizado, no se imaginaban que al día siguiente el 11 de febrero,recibirían de manera sorpresiva la noticia de que Joseph Aloisius Ratzinger, quien fungía como El Papa Benedicto XVI, el máximo líder, de 1,200 millones de católicos, anunciaría su renuncia a su posición como el pastor de su iglesia y jefe del Estado Vaticano. Muchos católicos quedaron en shock. ¿Había sido la renuncia producto de una presión interna? ¿Benedicto XVI estaba grave? ¿Quería de esta manerainfluir, estando vivo en el cónclave en la elección de su sucesor?
La renuncia se hizo efectiva a finales del mes, cuando se oficializó la condición en el Vaticano de: “sede vacante”.
Desde el día once, los rumores, las apuestas, y las expectativas empezaron a circular, como si de una elección totalmente mundana se tratara, los teléfonos celulares de los Cardenales se activaron, los mensajesvía twitter se intercambiaban, cruzaban el Atlántico, desde Italia a Nueva York y a Boston. Empezaron a plantearse los acuerdos. La pregunta clave era: ¿Quién? ¿Quién tendría la capacidad de hacer frente a la crisis de la Iglesia Católica?
Las acusaciones de pedofilia y de manejos oscuros de las cuentas del Banco Ambrosiano, los “Vati-leaks” (aun cuando ninguno de los dos primeros temas podríanconsiderarse nuevos), habían producido una disminución en la credibilidad de la Iglesia.
Era urgente un cambio de imagen. Ratzinger jugaba sus piezas magistralmente, el sacrificio de la Dama en un juego de ajedrez, es totalmente irrelevante si con ello se puede conseguir el Jaque Mate.
Mientras tanto, las casas de apuesta y los medios de comunicación, entronizaban a Angelo Scola, el poderosoCardenal de Milán, como amplio favorito, un Italiano, curiosamente no apoyado por el “Partido Romano” que congrega a los Cardenales de la Curia, sino apoyado por los once Cardenales Norteamericanos, que conformaban el “Partido Americano”
Angelo Scola, reformista, basaba su campaña en “limpiar” la curia, lo cual provocaba el amplio rechazo de los Cardenales de la Curia que preferían mantener supoder.
Empezó a gestarse la idea de que el “Partido Romano” más conservador, apoyara a un candidato Latinoamericano a la vez conservador.
Odilo Scherer, el Cardenal de Sao Paulo, de 63 años, era la propuesta original de la Curia, con un condicionante, el apoyo sería otorgado siempre y cuando el Secretario de Estado fuera Italiano, los dos nombres que se barajaban para el cargo eran los del cardenalMauro Piacenza, o el cardenal Fernnando Finoli, ambos de 66 años, ambos ministros del gobierno central de la Iglesia. De esta forma se asegurarían la continuidad del poder, en el control del Vaticano.
Las luchas frontales en los cónclaves, normalmente debilitan a los contendientes que encabezan los grupos, se calculaba que de entrada Scola podría contar con 37 votos y Scherer con 29, ambos muylejos de los 77 necesarios, para lograr obtener el trono de San Pedro.
Ignorado por las casas de apuestas, olvidado por la prensa, Jorge María Bergoglio, el argentino de 76 años, Arzobispo de Buenos Aires, fue finalmente el factor de unidad.
En el cónclave de 2005, que eligió a Joseph Ratzinger, Bergoglio fue su principal contendiente, Ratzinger tuvo 47 votos en la primera ronda de...