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derecho administrativo

“Acción Discrecional del Funcionario”


Acción Discrecional del Funcionario

Toda acción discrecional demanda responsabilidad pública. Por ello, la autoridad moral de varios actores políticos e instituciones dependerá de criterios más fluidos y sustantivos que de aquellos que puede capturar una división moral del trabajo más formal, jerárquica o procesal. Enpercepción del autor, para lograr satisfactoriamente un justificado ejercicio del poder discrecional es necesario basarse en un contenido sustantivo de la democracia, razón por lo cual es necesario identificar en la teoría democrática las tensiones existentes entre la justicia democrática y la justicia liberal, entre las jurisdicciones legítimas y las razones legítimas, y entre la democracia comométodo y la democracia como un valor. 

En los regímenes democráticos contemporáneos, los actores políticos tienen por cometido final la elaboración de políticas públicas que, fundamentadas en mecanismos democráticos e institucionalizados, sean capaces de integrar en estrategias de acción colectiva la complejidad de intereses, valores y expectativas sociales. No obstante, en la lucha políticapor la elaboración, definición y puesta en marcha de las políticas públicas, los funcionarios públicos pueden no estar apoyados por sus superiores, por los legisladores, e incluso por los propios ciudadanos. Ante visiones contrapuestas de los problemas, las soluciones, las alternativas y el marco legal que restringe el ámbito de acción de las burocracias, la clásica dicotomía entre política yadministración se ve entonces rebasada por el espectro de restricciones institucionales, así como ante visiones y valores en conflicto, que determinan un comportamiento político y burocrático distante de aquel típico ideal distinguido por Weber.
 
 
En este contexto, el dilema para el funcionario público radica en decidir por el ejercicio de su capacidad discrecional, o en decidir servir fielmente lavoluntad y los intereses de aquellos que cuentan con la autoridad formal sobre sus acciones o sobre las políticas públicas que están en disputa, más allá de la propia racionalidad instrumental a la que en principio se deben, o incluso más allá del más elemental sentido de pertinencia. Al decidir en ambos casos, puede ponerse en juego el futuro de la política en cuestión, de la agencia responsablede su ejecución, y directamente, la carrera político-administrativa del funcionario.
De qué forma una clara estrategia de disentimiento o de discrecionalidad llevada a cabo por un funcionario público pueden entenderse como justificables y legítimas? Como primera distinción, el autor identifica dos tipos de ética en el servicio público: la ética del servidor público “obediente”, y la ética del“realista” político. Para el primero, sus propias percepciones sobre lo bueno o lo correcto no son ni por mucho buenas razones para actuar. Los papeles y atribuciones públicas son impersonales. Los oficiales deben obedecer órdenes y ser los fieles vasallos del deseo de sus superiores, electores, o los ciudadanos en general. La discrecionalidad, aunque necesaria, se considera como algo malévolo.  Noobstante, un administrador público que exclusivamente busca obedecer a sus superiores, - o un gobernador que sólo busca responder al deseo de sus gobernados- se enfrenta con un serio problema: los mandatos de actuación de los servidores públicos son ambiguos, generadores de conflicto, están en constante cambio, y están formados en parte como consecuencia de las múltiples acciones de aquellos a losque se considera obedientes funcionarios públicos.

Toda acción discrecional demanda responsabilidad pública. Por ello, la autoridad moral de varios actores políticos e instituciones dependerá de criterios más fluidos y sustantivos que de aquellos que puede capturar una división moral del trabajo más formal, jerárquica o procesal. En percepción del autor, para lograr satisfactoriamente un...