Antropologia

CAPITULO
EL DECENIO DE 1890-1900: LA REVUELTA CONTRA EL POSITIVISMO
Hay ciertos periodos de la Historia en los que algunos pensadores avanzados, que suelen trabajar independientemente uno de otro, proponen puntos de vista acerca de la conducta humana tan diferentes de los aceptados, en general, en ese tiempo—y, sin embargo, tan evidentemente interrelacionados—que en conjunto, parecen constituir' una revolución intelectual. El decenio de 1890-1900 fue uno de tales periodos. En ese decenio y en eL que le siguió, los supuestos básicos del pensamiento social de los siglos XVIII y XIX sufrieron una revisión, crítica_.de la que, surgieron los nuevos, supuestos característicos de nuestro propio tiempo, una revolución de tal magnitud en las prevalecientes interpretaciones empíricas de lasociedad humana, a duras penas ha de hallarse' que ocurra en el corto espació de una generación, a menos que se retroceda al siglo XVI. ¿Cómo puede explicarse eso?"
Casi todos los estudios de los últimos años del siglo' XIX notaron, de una u otra forma, un profundo, cambio psicológico, Pero se diferenciaron marcadamente en el modo en que expresaron su comprensión del cambio. En los más viejos, coninterpretaciones orientadas más estéticamente (pensemos, por ejemplo, en Henry Adam), el decenio de 1890-1900 figuraba como el fin de siecle: era un período de excesiva madurez, de decadencia perversa y amanerada, el fin de una época. No es necesario detenerse para que nos preguntemos lo que había en ello de actitud puramente artística y literaria. Para nuestra finalidad presente carece deimportancia: el fin de sidcle es un telón de fondo nada más/
En alguna parte, entre una interpretación estética y otra más t intelectual, podemos estar tentados a caracterizar la nueva actitud como neorromanticismo o neomísticismo. Esta formulación tiene considerable aceptación. Indiscutiblemente, la vuelta hacía lo subjetivo que hallamos en tantos de los escritos imaginativos y especulativos
cieí cuartode siglo entre 1890 y la primera guerra mundial recuerda las aspiraciones de !os originarios románticos. No es difícil creer que los escritores del decenio de 1890-1900 o de principios del siguiente sintieran que estaban remontándose medio siglo atrás para restituir el honor a aquellos valores de Ja imaginación que sus inmediatos predecesores habían escarnecido y desdeñado. Escritores así fueronlos que establecieron el culto a Dostoyevskí y Nietzsche como los heraldos literarios de ia nueva época. Hay una paradoja patética en el hecho de que el año de la locura de Nietzsche, 1889, coincide con e¡ tiempo en que su obra, después de veinte años de desdén público, comenzó, por vez primera, a tener amplia aceptación. Una y otra vez, a lo largo del presente estudio, hallaremos alguno que otropensador social que elabora con mayor rigor y sistema las sugerencias que conciernen a los duros esfuerzos inconscientes y a las minorías heroicas que Nietzsche lanzó en forma fragmentaria.
Sin embargo, llamar neorromántico a Nietzsche seguramente es desorientador. Tal caracterización hace muy poca justicia a los elementos críticos y socráticos de su pensamiento. Y cuando se aplica a ]ospensadores sociales de principios del siglo XX, solo se adapta a unos pocos, y estos son figuras menores, como Péguy y Jung. Los verdaderamente grandes o fueron hostiles a lo que ellos tomaban por tendencias neorrománticas o, como Freud y Weber, trataron de refrenar el romanticismo que descubrieron en sí mismos. Durkheim quizá fue el más categórico de sus contemporáneos en protestar contra lo que él llamóun "misticismo renaciente"; pero él no era un caso aislado3. Tal vez fuera el "místico" Bergson (al que quizá se refiriera Durkheim) el menos típico. Cierto es que, de las principales doctrinas nuevas del período, la metafísica bergsoniana fue la única que tuvo aspectos francamente místicos, e incluso esta doctrina la expuso, dentro de lo posible, en aceptable terminología filosófica. Pero en...