Aparencias

Apariencias
Cuento: Jean M.

¿Qué puedo decir? Nací en una familia donde la plata nunca fue un problema. Mi padre es director de una gran corporación y mi madre se dedica a la nada misma, pero a este cargo le tienen un nombre en nuestra sociedad: ‘socialite’, es decir, consiste básicamente en algo que nosotros hacemos para mostrar que somos más importantes que la mayor parte de la poblacióndel planeta: un poco de fondos acá, un evento de caridad allí y listo, todos felices. El dinero que se gasta en estos eventos para mi madre no simboliza mucho más que un par de zapatos y una bolsa nueva, es como salir en una tarde de shopping.
Esto es Uptown Manhattan, acá vivimos para indicar que los billetes verdes no significan nada y a la vez significan todo. Conquistar la Big Apple puede serpara muchos el sueño americano, pero en este sueño somos pocos los que nacemos reinando. Sabemos claramente que somos un pequeño porcentaje de la población y que a la vez tenemos una cuenta bancaria más grande que la suma de los ahorros de toda la vida de un ciudadano promedio.
Hablando de caridad, hoy es el gran día, que esperamos ya hace un rato, la graduación. No porque signifique una granconquista, la verdad es que no necesitamos un papel de una institución universitaria para habilitarnos a hacer lo que queremos, tampoco es que queremos hacer mucho. Yo diría que mantenernos en la punta es nuestra ambición. A veces pienso: “¿para qué pasé 4 años de mi vida en un aula?”. Estoy seguro que allí, lo que verdaderamente importaba a aquellos profesores eran las cuantías que nuestrasfamilias le contribuían a sus investigaciones mensualmente. Yo mismo ya hice mis pequeños favores a la universidad y a algunas otras instituciones científicas.
Siendo así acá estoy, después de una visita a Saks, parado frente al espejo con un nuevo traje de Brunello Cucinelli, zapatillas de Armani y, obviamente, un Rolex que probablemente lo usaré esta noche antes de donarlo en alguna subasta de lasociedad. La noche es especial, para una graduación al buen estilo burgués elegimos hacer una donación millonaria a la Sociedad Americana de Artes y a la biblioteca pública de Nueva York. No hay mejor lugar para esta celebración que el Metropolitan Museum of Art.
Miro al espejo, y parece estar todo en orden, el traje me sienta bien, las zapatillas son confortables y el reloj luce caro. Pero,todavía falta algo, más significativo que todo lo demás: “¿dónde estará?” Ahí lo veo, no me acuerdo que lo había dejado acá: “listo” digo poniendo el pequeño paquete que estaba sobre la cama en mi bolsillo. Me certifico que tengo mi chequera y billetera, y salgo en dirección a las escaleras. En el living no hay nadie, seguramente mi madre sigue en su habitación escogiendo qué ponerse y mi padreprobablemente en algún lugar en Asia por trabajo. Me distraigo por unos segundo mirando por la ventana, o mejor dicho, la pared de vidrio del ático, una vista espectacular del Central Park.
Afuera nieva, miro hacia abajo y veo que buena parte del suelo está blanco, algo lindo de verse y que desde pequeño me hizo pasar horas y horas mirando. Es como si la nieve me hiciera olvidar de todo, es curiosocomo me desconecto del exterior y mis pensamientos pierden el sentido. Habré quedado ahí por algunos minutos cuando una voz dice: “siempre te gustó el invierno”, “sí, es verdad” contesto, sin desviar mi mirada del parque. La voz insiste en molestarme “¿listo para la gran noche?”, miro hacia atrás y me sorprendo: “¡padre! Pensé que estabas en Asia”, “no podría perder la noche de hoy por nada. Perovos ya tendrías que irte, hay un auto esperándote abajo”, “gracias, tengo que pasar a lo de Sarah antes”.
“Buenas noches señor Allen” me dice el conductor al abrirme la puerta de la limosina. “Park Avenue con la 68°”, le digo. Agarro mi teléfono y le mando a Sarah un mensaje avisándole que en algunos minutos estoy en su casa. Miro por las ventanas y veo que la ciudad sigue fantástica. El blanco...