Aurelio Y El Silbaniense
Es imposible, se dijo, y se durmió.
Aurelio había ido a parar aSilbania, una isla pequeñita en la que todo era muy pequeño. Cuando amaneció, los silbanienses se acercaron para ver a Aurelio.
¿Respira? Preguntaban a Max unsilbaniense atleta, que había trepado hasta la frente de Aurelio.
¡No lo sé! Respondía ¡tiene los ojos cerrados! ¡Acércate a su boca!
Max el atleta atravesó el bosquecillo depelos de las cejas y caminó hasta la nariz. Desde allí decidió deslizarse hasta la mejilla como por un tobogán.
¡Bieeeenn! Gritaba Max ¡Que divertido!
De repente,vio abierta ante él la boca de Aurelio. Se agarró Max de un pelo de bigote y quedó colgado del labio superior de Aurelio. De aquella boca enorme salía un ruido sordo,como un temblor de tierra.
¡Respira! gritó Max a los demás silbanienses. Aurelio medio dormido, sentía un cosquilleo en el bigote, cerca de la nariz. Y estornudó.¡Ay! Gritaron todos cuando Max el atleta voló por los aires.
¿Quiénes son? Preguntó Aurelio ¿Dónde estoy? Estas en Silbania y somos silbanienses dijeron. Pero Aurelio noentendió nada, porque los silbanienses hablaban silbando.
¡Sácame de aquí! Silbó Max el atleta, que, volando sobre el pecho de Aurelio, había ido a caer en el hoyodel ombligo.
Aurelio vio al hombrecillo y lo tomó entre sus dedos. No tengas miedo le dijo Aurelio, seremos buenos amigos. Y no tardaron mucho en empezar a entenderse.
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