Aventura

Por Karen Shirley Dayan García Soto
La travesía en el bus comenzó cuando pagué los mil setecientos pesos y volteé a mirar en donde me iba a sentar. Me sentí en una carrera olímpica cuando vi quefaltaba el último puesto por ocuparse y detrás mio venía alguien más, que en ese momento no me interesó detallar.

Apenas me senté y sentí que gané tremenda carrera miré quien era mi oponente y me dicuenta que era una anciana de unos 80 años. Me sonrojé ante la mirada tierna y amable de aquella señora y me paré sin pensarlo dos veces porque el puesto en el que me había sentado estaba ubicado enla primera fila, detrás del conductor, puestos establecidos para personas discapacitadas, ancianos y embarazadas.

Después de lo sucedido ya no me interesó coger puesto sino observar a mí alrededorquienes estaban sentados y que hacían. Al principio pensé que todo iba a ser normal como la radio a todo volumen, algunos pasajeros mirando por las ventanas, el dormido que nunca pueden faltar en unbus y los que escuchan música desde su celular con audífonos.

Sin embargo ocho cuadras antes de llegar a Sanandresito la isla -cuando mis pies estaban encalambrados por estar de pie- entró un hombreque olía a feo y pegó un grito que hasta el conductor le bajó el volumen a la radio para enterarse que pasaba.

Este hombre logró despertar al dormido que golpeaba la ventana en cada curva que elbus daba, hizo que los que escuchaban música con audífonos le prestaran atención y la gente que miraba la ventana pusiera los ojos en él.

Después hubo un silencio incomodo que me provocaba parar alconductor de su asiento para yo manejar y llegar más rápido a mi destino esperado por más de media hora. Cuando ya todos iban a empezar a hacer lo que venían haciendo durante todo el recorrido, estehombre abrió su boca para decir que no tenía dinero y que uno de sus hijos había muerto y necesitaba enterrarlo. Sus lágrimas empezaron a brotar por sus mejillas y todo seguía en silencio.

Giré mi...