Bajo la ruina de egipto

Páginas: 6 (1281 palabras) Publicado: 4 de noviembre de 2011
Donde todo hubiera podido terminar antes incluso de haber empezado

H

oward Carter entró en una pequeña estancia obscura. Cuando sus ojos se hubieron acostumbrado a la penumbra, descubrió a su alrededor magníficos objetos, estatuas, pequeñas joyas, un puñal con incrustaciones de piedras preciosas. Tomó una estatuilla de cerámica azul. Era Sekhmet, la diosa con cuerpo de mujer y cabeza deleona. La poderosa Sekhmet, la devoradora de sangre cuyas cóleras se dejaban sentir en todo Egipto, la que propagaba la peste entre los enemigos del orden. Sekhmet, la diosa a quien los sumos sacerdotes intentaban apaciguar, pues aunque matara ciegamente, tenía también el poder de curar. Carter acarició la cabeza de la leona y la dejó, luego, con delicadeza. Sus grandes manos eran sorprendentementeágiles. Habríanse dicho las patas de un oso, pesa-

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das en apariencia, pero tan diestras para atrapar un salmón. Si Carter hubiera sido un animal, sin duda habría sido un oso. A sus 48 años, tenía un rostro ancho y macizo, una nariz larga, un grueso bigote. Y, en Luxor, vivía en una casa en el lindero del desierto, un antro aislado de todo y de todos. El egiptólogo observaba losobjetos que le rodeaban cuando una puerta oculta se abrió de pronto. Un hombre entró en la obscura estancia. –Lord Carnarvon va a recibirle... pero... ¡está obscuro aquí! Voy a encender. El mayordomo encendió el aplique y luego se retiró. Carter estaba en una pequeña biblioteca con las paredes cubiertas de estantes. Encima, decenas de antigüedades a cual más maravillosa. El arqueólogo las conocía en sumayoría: él mismo las había comprado o descubierto en Egipto por cuenta del rico lord inglés. «Toc, toc, toc...» Golpeó el cristal de la ventana. Fuera, gruesas nubes se amontonaban en el cielo, anunciando la lluvia. El verano, aquel año de 1922, era desabrido; un tiempo típicamente inglés. Alrededor del castillo, las extensiones de césped estaban verdes y habían sido perfectamente segadas,impecables. Carter imaginó un ejército de jardineros examinando sin cesar, con unas tijeras para las uñas en la mano, la menor brizna de hierba a la que se le ocurriera la descabellada idea de crecer más deprisa que las demás.

La fortuna de lord Carnarvon era inmensa. El rostro del arqueólogo se obscureció. Inmensa, pero no ilimitada. Carter sabía por qué le había citado Carnarvon en su castillo deHighclere. Desde hacía cinco años, el rico aristócrata había financiado importantes excavaciones arqueológicas en Egipto. Sobre el terreno, él, Howard Carter, había dirigido los trabajos. Había rastrillado, cavado, despanzurrado una parte del Valle de los Reyes en busca de la tumba de Tuntankamón. Encontrar aquella tumba era el sueño de su vida, pero un sueño que estaba convirtiéndose enpesadilla: hasta entonces, las excavaciones no habían obtenido nada, cero, ni el menor rastro del faraón. –Querido amigo –había avisado Carnarvon algunas semanas antes–, debemos rendirnos a la evidencia. Buscábamos una tumba, hemos encontrado un abismo financiero... Carter golpeó nerviosamente el cristal. Dentro de unos minutos, el aristócrata le anunciaría la definitiva detención de las excavaciones. Elarqueólogo repasó los argumentos que había preparado para convencer al lord de que prosiguiera la búsqueda un año más, el último. Sabía que la tumba estaba allí, enterrada en algún lugar del Valle de los Reyes, al alcance del pico. Y sabía que contenía un fabuloso tesoro. ¿Cómo lo sabía? Eso lo ignoraba...

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No creía en los sortilegios, ni en la maldición de las momias, ni en losfantasmas, ni en todas aquellas habladurías de novelistas destinadas a conseguir que los lectores se estremecieran. Pero sentía que, desde siempre, su vida y la de Tutankamón estaban íntimamente vinculadas. A 3200 años de distancia, habían hollado los mismos caminos, bebido de los mismos pozos, visto los mismos paisajes. ¿Una simple casualidad? A veces, Howard Carter tenía la extraña sensación de que,...
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