Bases para un modelo actual

BASES PARA UN MODELO ACTUAL
DE FAMILIA LASALIANA
1ª Parte:
FAMILIAS CARISMÁTICAS E IGLESIA–COMUNIÓN
La Familia Lasaliana forma parte de un acontecimiento eclesial muy amplio que ilumina y descubre el sentido de aquélla: es el fenómeno de las familias evangélicas o carismáticas que se están desarrollando en la Iglesia actual a partir de carismas ya muy antiguos pero también de carismasrecién aparecidos. Es como una corriente que vivifica la Iglesia y debe su fuerza a la nueva
eclesiología de comunión impulsada por el Concilio Vaticano II. Para comprender el significado y el alcance de la Familia Lasaliana y para edificarla sólidamente es necesario situarla primeramente en el interior de esta corriente eclesial que presentamos en los capítulos 1 y 2.
I. LAS NUEVAS FAMILIASCARISMÁTICAS: UN FRUTO DE LA IGLESIA-COMUNIÓN
1. TIEMPO DE COMUNIÓN
“Es la hora de los laicos”, se comenzaba a afirmar en los años ya próximos al Concilio Vaticano II y se ha repetido abundantemente tras el Concilio, sobre las sólidas bases que éste puso para que el protagonismo de los laicos en la Iglesia y en la evangelización sea una realidad. Juan Pablo II constataba gozosamente esa realidad,al comienzo de su encíclica Redemptoris missio (1990): “La acción evangelizadora de los laicos está cambiando la vida eclesial” (RM 2).
La “hora de los laicos” nos ha recordado cuál es el campo común del que venimos todos, el suelo común de nuestras raíces: todos nacemos a la fe y entramos en la Iglesia como “laicos” (miembros del pueblo cristiano), y en ese marco común somos llamados a ejercerdeterminadas funciones al servicio de la comunidad eclesial, a vivir de forma significativa o profética determinadas características que pertenecen al patrimonio común, y a servir a la misión común desde carismas y ministerios concretos. Esa dimensión “laical”, es decir, de “pertenencia al pueblo”, nunca nos abandona: unos la viven de forma significativa, (los cristianos “laicos”); otros, losllamados al ministerio sacerdotal o jerárquico y los llamados a la vida consagrada, la han de vivir como referencia constante que les recuerda para quién y en función de quién ejercen su ministerio y son signos de consagración, respectivamente.
Ahora bien, este resurgir del laicado activo en la Iglesia, ¿no lleva consigo una cara oscura, el declinar de la vida religiosa? No pocas voces, dentro yfuera de las congregaciones religiosas, se han hecho eco de esta sospecha que une en relación de consecuencia los dos fenómenos: se agota la época de la vida religiosa, es la hora del laicado. La sequía vocacional que sufren las congregaciones religiosas, especialmente en los países económicamente desarrollados, parece confirmar esos temores. Y en tal caso, la relación religiosos/as y cristianoslaicos se reduce a un “traspaso de competencias” de aquéllos en favor de éstos.

Hay, sin embargo, muchos signos que contradicen esa simplificación y nos invitan a calificar esta época que nos toca vivir en la Iglesia, como “tiempo de comunión”, al menos en lo que se refiere a las relaciones entre laicado y vida religiosa, y ya cuenta entre sus frutos, tal vez el más preciado, las llamadas familiascarismáticas o evangélicas. El proceso seguido en dichas relaciones logra salvar, en su conjunto, las muchas ambigüedades y vacilaciones que encontramos en sus comienzos especialmente, y llega finalmente a convertirse en un modelo de respuesta al reto que Juan Pablo II lanzaba a los cristianos al comenzar el tercer milenio: “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión.” (Novomillennio ineunte, 43).
Este es el suelo y el marco en el que crece la relación entre los miembros de la Iglesia en las últimas décadas, en el que se enraízan las nuevas familias carismáticas o evangélicas. Son los principios básicos de la Iglesia-Comunión: -la referencia a los Sacramentos de la Iniciación como fuente y fundamento común de toda vida cristiana; -la común llamada a la santidad; la común...