Benzoni Juliette Las Joyas Del Templo Hellip

Páginas: 417 (104152 palabras) Publicado: 9 de junio de 2015

Juliette Benzoni




La Rosa de York

Las joyas del templo II
A la memoria de Jean-François,
mi hijo desaparecido.
A él le debo la documentación de
este libro... y muchos años felices.

PRIMERA PARTE
La niebla de Londres

1
Los herederos
ra el extremo del mundo o casi...
Las Tierras Altas de Escocia terminaban allí, en las aguas cambiantes, agitadas, peligrosas, turbulentas, atravesadas porpérfidas corrientes del estuario de Pentland. Más allá, como último baluarte frente a los mares árticos que llegaban hasta el Polo, únicamente existían los torbellinos de bruma que envolvían las islas Orcadas y las todavía más lejanas islas Shetland, pobladas de ovejas de negras cabezas. Sin embargo, los dos archipiélagos cuyos habitantes conservaban la sangre y las tradiciones vikingas pertenecíana Gran Bretaña y la servían con fidelidad, pese a que sus raíces los atraían hacia Noruega, país al que habían pertenecido durante siglos.
Apoyado en la muralla medio derruida de una torre de vigía, Aldo Morosini contemplaba el salvaje y grandioso paisaje marino esforzándose por contener su emoción: anclado en medio de una pequeña rada, el Robert-Bruce se estaba separando para siempre de su viejopatrón, lord Killrenan, asesinado en Egipto unos meses antes y que el barco acababa de traer de vuelta a su tierra ancestral. El silbato del contramaestre despedía con su agudo sonido al capitán mientras los marineros bajaban el pesado féretro hasta el bote que aguardaba junto al casco largo y negro.
Cuando el bote se apartó, la sirena del barco relevó al silbato del contramaestre. Los marinerosmetieron al unísono los remos en el agua y pusieron rumbo a la orilla, donde una pequeña muchedumbre aguardaba junto a un pastor anglicano y a varios miembros de la familia. Ésta era muy reducida: en total se componía de seis personas, inmóviles y enlutadas, en cuya cara de circunstancias no se advertía ni rastro de aflicción. El hecho de que fueran hijos de la única hermana del difunto —por lomenos tres de ellos, ya que las otras tres eran sus esposas— no era óbice para su ausencia de pesar: eran los herederos, y con eso estaba todo dicho. Por eso Morosini prefería mantenerse apartado. Tenía intención de no acercarse a ellos hasta el último momento, pues su dolor era real. Quería mucho al viejo marino, pues aunque no estaban unidos por ningún lazo de sangre, durante muchos años sir Andrewhabía consagrado un amor discreto y ferviente a la princesa Isabelle, la madre de Aldo, asimismo fallecida.
Cuando Isabelle había enviudado, sir Andrew había reunido el valor suficiente para proponerle convertirse en la princesa de Killrenan, pero Isabelle de Montlaure, princesa Morosini, era mujer de un solo amor. También Killrenan era de corazón fiel, de modo que decidió ser el eterno viajerode todos los mares del mundo. Sin embargo, de cuando en cuando su yate echaba el ancla en el veneciano fondeadero de San Marco, a fin de que sir Andrew pudiera depositar, junto con el homenaje de su fidelidad, un enorme ramo de flores, especias raras y delicadas golosinas que había recogido durante sus viajes. Le hacía siempre la misma pregunta, recibía la misma respuesta y se marchaba sindesanimarse. Pasados dos o tres años volvía a aparecer con algo menos de cabello, unas cuantas arrugas más y todavía el mismo amor en el corazón.
Una sola vez, la última, el enamorado de Isabelle trató de hacerle aceptar un regalo excepcional, un objeto extraordinario y cargado de historia: una pulsera de esmeraldas y zafiros, obsequio del emperador mongol Shah Jahan a su adorada esposa Mumtaz Majal, enmemoria de la cual haría construir más tarde el Taj Majal, acaso el sepulcro más bello del mundo.
Sin duda sir Andrew pecó de ingenuidad al confiar en que haría olvidar a Isabelle el valor del presente, que él solamente consideraba un homenaje y un símbolo de eterna fidelidad, porque la viuda de Enrico Morosini lo rechazó. De resultas de eso, tres años después Killrenan encargó a Aldo —que en el...
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