Biografias
La realidad es distinta. La militancia católica organizada fue el grupo cívico que con másdinamismo reaccionó a favor de los postulados del maderismo, que apoyó la candidatura del caudillo y la transición de poderes. Y también una de las que más se benefició con el cambio de Gobierno. Sinembargo, esta experiencia fue muy breve -apenas poco más de un año, el de 1912-, así como muy accidentada y trágica, derivándose de ella el desmantelamiento del Partido Católico Nacional, ladesarticulación, confinamiento y proscripción de los católicos en la vida política y en los debates del Congreso Constituyente, lo cual degeneró en el triunfo de la hegemonía totalitarista militarizada y enla persecución religiosa.
La cepa liberal de Francisco Ignacio Madero González, recibida por la vía paterna, por su abuelo, Evaristo Madero Elizondo (1828-1911), lo mantuvo alejado de la fecatólica, aunque no en contra de ella. Más bien, Madero, como es sabido, fue un convencido partidario y divulgador del espiritismo. Nunca fue, pues, un católico de cepa, que abrevara en las enseñanzas de laIglesia, pero tampoco un jacobino militante, que responsabilizara a la institución de culpas mayúsculas y atroces, como lo hicieron otros caudillos norteños, de Carranza a Calles, simpatizantes delanticlericalismo, furibundo en el caso del último de los tres mencionados.
El interés y la militancia católica en México por la ‘cuestión social’, a partir de 1892, avivada gracias a la CartaEncíclica Rerum Novarum, fue recibida con suspicacia y frialdad en los ámbitos de Gobierno, tanto civil como eclesiástico. Poco se ha estudiado, pero vale la pena retomarlo, que la febril actividad del...
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