Bolivar
E1 viernes, 10 de diciembre, comienza cierta movilización para organizar los funerales. Había dicho Bolívar en su testamento que dejaba a “disposición de las albaceas mi funeral y entierro y el pago de las mandas que sean necesarias para obras pías, y estén prevenidas por el gobierno.”Pero cuando se dirigen al gobierno para conseguir las tablas y los clavos para la urna, las autoridades se niegan a darlos. Se crea una comitiva para hacer una colecta para preparar el entierro, en la que se encontraban los señores José Manuel Valdés, José Jimeno y José Carreño. A pocas cuadras se toparon con el coronel Joaquín Mier, quien se les apareció como un milagro. Al contarle lo infructuosode las gestiones Mier aconsejó visitaran la cárcel de Santa Marta. Allí podían encontrar ayuda.
Bolívar había pedido en su testamento que sus restos fueran llevados a la ciudad de Caracas. Aquello era difícil. Los amigos de Bolívar pensaban que con la muerte se podía conseguir alguna forma de reconciliación con Páez; tal vez se apiadara un poco del cuerpo ya inerme del infatigable luchador ypermitiría que se cumplieran los deseos de aquel testamento. Ilusión vana. Páez no quería a aquel muerto ni en broma, ni en pintura.
Iba aquel grupo de amigos silenciosos, unidos por un hombre que habían conocido y admirado y cuyas glorias tenían un peso y una proyección simultánea y permanente en todos los colombianos. Sí, las tablas y los clavos dorados y las cabuyas eran necesarios para cerrarcon una costumbre de siglos la simple trayectoria de un hombre. Inverosímiles y grotescos eran los movimientos que hacían nuestros amigos para organizar los funerales de Bolívar; pero así es la vida. Tal vez la prolongación de la vida de algún preso moribundo facilitaría un cajón. El alguacil, generoso, ofreció una ayuda; pero no suficiente para cubrir siquiera la tercera parte de los gastos. Dela colecta se conoce una lista fechada e1 12 de diciembre que puede verse en e1 libro de Gabriel Pineda “Bolívar frente a la muerte”, que nos habla de pequeñas contribuciones, hechas en pesos sencillos que se componía de ocho reales. Una tal María Telésfora Romero, vendió al señor Diego Sojo media docena de tablas por siete pesos y que se utilizarían para e1 ataúd. E1 mismo Sojo compró a NarcisoGóngora 525 clavos por 2,05 pesos, 600 tachuelas por 1,04 pesos, 50 de las doradas por 1,02, hilo de carreto, hilo negro, 4 cabuyas, etc.
Ya para el 14 de diciembre la urna estaba casi lista; restaba saber dónde se enterraría. Aquí se inicia otra serie de consultas, hasta que finalmente los Díaz Granados -que también habían contribuido para hacer la urna- ofrecen un sepulcro, propiedad de lafamilia, ubicado al pie del altar de San José, en la catedral de Santa Marta. Finalmente, el 17 de diciembre, a la una de la tarde, muere el Libertador.
El reducido grupo de amigos de Bolívar consiguió entre los vecinos una camisa limpia para sepultarlo decentemente. Aquella muerte, al mismo tiempo, iba a traer muchas alegrías secretas, otras viles, que no pudiendo contenerse iban a estallar en lasgrotescas revelaciones de un tipo americano pérfido, infernal, común denominador de los grupos partidistas. El 21 de enero llega a Maracaibo la noticia, y el gobernador Gómez, no pudiendo contener su contento, corre a dar la b u e n a nueva a su gobierno: Todos los informes y todas las noticias están acordes; me apresuro a participar al gobierno la nueva de este gran acontecimiento, que seguro...
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