Botero y su caballo de picador

El artista interpreta sus retratos, desnudos y naturalezas muertas con alusiones a sus orígenes sudamericanos. Son imágenes de la alegría aparente y la inocuidad, pero al mismo tiempo sonambivalentes infundidas con astucia oscuro e insondable. Botero lleva asombrando al mundo más de cincuenta años con sus opulentes figuras, cuya estética contradice la entrega perfecta de forma y color. Botero nohace otra cosa que cuestionar a la historia del arte sobre su propio canon. La exposición incluye el sensacional ciclo Abu Ghraib de 2004/2005 y analiza el "fenómeno Botero", hoy en día más actualque nunca.
La exposición está dividida de hecho en varios capítulos: la vida cotidiana en Sudamérica, el catolicismo, las corridas de toros, o paráfrasis de las obras más famosas en la historia delarte - imágenes en las que la sensualidad de la vida sigue chocando con su transitoriedad. "Soy el más colombiano de los artistas colombianos", dice Fernando Botero. Nos hace entender con increíbleconsistencia lo que una pintura tiene que alcanzar de acuerdo con sus ideas: un mensaje claro, un diálogo entre el artista y el observador que se entiende de manera inequívoca. Los temas de Botero parecenvenir de otra época y están llenos de melancolía y nostalgia. De esta manera Botero, al igual que la literatura y la música contemporánea de América del Sur, se coloca completamente en la tradición desu continente de origen. Sus figuras tienen el efecto de ser capturado en un anacronismo: existen despreocupadamente, comen, beben, juegan a cartas, van a pasear, cosen, lloran, van de picnic;siempre parecen aisladas, sumergidas en un mundo profundo dentro de sí mismas. Botero, además, inserta en sus cuadros metáforas de la amenaza inminente, como volcanes en erupción o el derrumbe de edificios,que vuelven el aparente idilio del revés. El reproche, hecho en repetidas ocasiones por los críticos de arte, de que Botero sólo se ocupa de motivos acogedores y "apetitosos" no es cierto, como así...