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Luis de Belmonte Bermúdez
Texto basado en la edición décimononesca de Juan Eugenio Hartzenbusch, en la BIBLIOTECA DE AUTORES ESPAÑOLES, tomo 45. Esta edición fue preparada por Vern G. Williamsen en el año 1996.
Personas que hablan en ella:
FELICIANO, galán
El GUARDIÁN de San Francisco
El GOBERNADOR de Luca
LUZBEL
OCTAVIA, dama
JUANA, criada
TEODORA
LUDOVICOSAN MIGUEL
ASMODEO
Fray ANTOLÍN
Fray PEDRO
Fray NICOLÁS
ALBERTO, criado
CELIO, criado
Un NIÑO JESÚS
NUESTRA SEÑORA
Tres POBRES
JORNADA PRIMERA
Baja LUZBEL, en un dragón
LUZBEL: ¡Ah, del oscuro reino del espanto,
estancia del dolor, mansión del llanto,
donde ya de otro daño sin recelo
la desesperación es el consuelo!Abrid; y tú, de quien mi rabia fía
de esa noble y eterna monarquía
el gobierno en mi ausencia,
ven a mi voz.
Sale ASMODEO, por un escotillón
ASMODEO: Ya estoy en tu presencia;
pero, ¿qué te ha obligado
a que me llames?
LUZBEL: ¿No lo has penetrado?ASMODEO: No, príncipe, si bien creo que es mucha
la causa.
LUZBEL: La mayor.
ASMODEO: Pues, dilo.
LUZBEL: Escucha.
Sobre este helado vestigio
en cuya forma triforme
di espanto en su Apocalipsi
al más venturosojoven,
para saber los que el yugo
de mi imperio reconocen,
en término de dos días
he dado la vuelta al orbe
y, de diez partes, las nueve
por las justas permisiones
del Criador eterno yacen
a mi obediencia conformes.
Los bárbarossacrificios
me ofrecen, y adoraciones,
en las mentidas estatuas
de barro, de hierro y bronce.
La morisma en su vil secta,
y también otras naciones
que en una verdad disfrazan
mil diferentes errores,
sin que a ninguna de tantassus distantes horizontes
la disculpe de que al Dios
que todo lo hizo ignore,
pues no hubo en toda la tierra
clima tan ignoto donde
no llegasen, explicadas
por alguno de los doce
discípulos las verdades
de los cuatrohistoriadores;
ni parte donde el cruzado
leño, ya en llano o ya en monte,
no quedara por testigo
de su pertinacia torpe.
Solamente algunas partes
de la Europa se me oponen,
adorando al Uno y Trino,
y al Verbo por Dios y Hombre;pero, aunque en ellas hay muchos
jardines de religiones
cuya agradable fragrancia
de sus penitentes flores,
penetra el eternos alcázar
para que a Dios desenoje
de lo mucho que le ofenden
los mismos que le conocen.
Los que me dan mástormento
son--¡ah, mi rabia me ahogue!--
esos hijos--sin nombrarle
será fuerza que le nombre--
de aquél por menor más grande,
de aquél más rico por pobre,
de aquel retrato de Dios
humanado tan conforme
que, si en un pesebre Cristo...
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